Luis se desplaza con la ayuda de muletas. Su pierna derecha está enyesada porque, según él, unos delincuentes le rompieron la tibia a punta de golpes.

Él se dedica a reparar artefactos electrónicos. El medio día del pasado 26 de diciembre, cuando regresaba de un trabajo por la calle Adolfo Klinger, en el Comité del Pueblo, norte de Quito, tres sujetos le acorralaron y le robaron el celular y su reloj.

Luis intentó defenderse, pero los pillos lo arrojaron al suelo y lo patearon hasta partirle su extremidad. Desde entonces su recuperación ha sido lenta. El 26 de enero tendrá una revisión médica para saber si el hueso fracturado se ha recompuesto en algo. Por lo pronto, toma medicación para el dolor.

La víctima reconoce a sus agresores. Uno de ellos fue capturado durante un operativo policial en el que desmantelaron a una banda delictiva dentro de una propiedad conocida como ‘el hotel de los venezolanos’, el 17 de enero.

Esta casa queda a media cuadra de donde reside Luis y él teme que los implicados tomen represalias porque, de los 13 detenidos en la intervención, solo tres recibieron prisión preventiva. El resto, entre ellos sus atacantes, quedaron en libertad y rondan el barrio.

¿Por qué viven en un peligro constante?

Las cámaras instaladas en el sector por los mismos moradores es la única protección que tiene Luis. Estos artefactos fueron instalados para monitorear el movimiento que hay en la ‘guarida criminal’.

De hecho, el día que ocurrió el robo violento, una de estas grabó el momento en el que los tres pillos regresaban a la casa. Uno de ellos tenía el torso descubierto luego de que Luis le quitara la camiseta durante el forcejeo.

Carmen también fue testigo del ataque en contra del vecino. Cuando vio que lo tenían sometido, corrió para ayudarlo y pedía auxilio a los curiosos, “pero nadie ayudaba. Todos tienen miedo de esas personas”, comenta.

La moradora recuerda que una hora antes de este hecho, un hombre se acercó sangrando a su negocio a pedirle ayuda. Le habían apuñalado para robarle sus pertenencias.

Ella lo llevó al centro de salud del Comité del Pueblo y mientras regresaba a su almacén observó lo que pasaba al afectado.

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Los habitantes de este sector tienen tanto temor que algunos ya empezaron a vender las propiedades. En la cuadra en donde está ubicado ‘el hotel de los venezolanos’ existen cuatro letreros en los que se anuncia la venta de los inmuebles.

Convivir con el crimen no ha sido fácil para los moradores de esta zona, por eso, por su cuenta han buscado información de la dueña de esta ‘guarida’ para pedirle que desaloje a las personas que la habitan. Sin embargo, un dirigente cuenta que la mujer no vive allí, sino en Tumbaco.

El 22 de enero fueron a buscarla, pero no dieron con su paradero. La próxima semana insistirán en hacerlo.

En el expediente del caso del operativo, uno de los detenidos les dijo a la policía que una mujer cobra un dólar la noche para dormir en una de las habitaciones de este inmueble que tiene tres pisos.

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