El 2024 no pudo haber iniciado peor para un país doblegado por el dolor de ver a madres llorando a sus hijos, esposas lamentando la partida de sus parejas e incluso a padres sufriendo la desgracia de ver morir a niños, ¡sí, a niños! como víctimas colaterales de la violencia criminal que azota al país de manera incontrolable.

Si el año pasado se decía que el narcocrimen había puesto a Ecuador de rodillas, ahora parece que quieren pisarle el cuello y acabar por dominar por completo en cada ciudad, en cada barrio, en cada cuadra que se les dé la gana.

El mentado Plan Fénix que el presidente Daniel Noboa puso a la palestra como la fórmula para enfrentar y acabar con este narcoterrorismo que hunde al Estado sigue siendo un misterio para todos. Si aún está en fase de aplicación, habría que acelerar el paso porque para malsana es tarde. Y si ya está en práctica, entonces habría que preguntarle a las autoridades qué mismo es que sucede, porque si el 2023 terminó mal, el primer día de este 2024 fue bautizado ya a punta de sangre y bala.

En las elecciones pasadas se votó por la esperanza de un cambio y una de las principales preocupaciones de la ciudadanía es la inseguridad. Vivimos aterrados tan solo de salir a la esquina. ¡Señor presidente, actúe ya! El país se lo exige.