Faltan menos de tres semanas para acudir a las urnas y nada han hecho los candidatos para ganarse el voto. No hay uno que destaque por una propuesta clara y concreta. Es una campaña electoral atípica. Se lo intuyó desde que en mayo se invocó la ‘muerte cruzada’, pero eso no quiere decir que se haga una campaña aguada, sin planteamientos profundos para solucionar los principales problemas de los ciudadanos.

Esta campaña electoral refleja el gran problema: no asumir posturas claras. Los políticos y sus agrupaciones navegan por un mar de ambigüedad que es impresentable. Desvirtúa su propósito. Un político debe tomar una posición y defenderla. Así los votantes podrán saber cuál es el rumbo por el que caminarán si votan por ese candidato. El camino de lo incierto es lo más desgastante para el elector. Y son estos mismos sufragantes los que terminan tomando una decisión justo antes de depositar la papeleta.

Ante este mar de indeterminación y de ofrecimientos vagos, el ciudadano debe tomar una resolución, sin descartar la opción del voto nulo. Decantarse por eso es una expresión de rechazo a los postulantes silenciosos, confusos o poco preparados. Falta poco. Candidatos, tomen una postura. Electores, decidan con sabiduría.