El Consejo Nacional Electoral (CNE), que en unos días convocará a elecciones legislativas y presidenciales en agosto, tiene que evitar los cabos sueltos que, como en otros comicios, hagan saltar las dudas sobre los tiempos y el proceso de conteo de los votos que pueda conllevar posteriores reclamos de fraude electoral.

El apuro para hacer la convocatoria y cumplir con los plazos establecidos no es excusa para justificar errores que conduzcan a caotizar el sufragio y la proclamación de los ganadores. Son muchas las inquietudes ciudadanas sobre los próximos comicios en cuanto a las normas y las etapas de elecciones que deben cumplirse en seis meses. Muy poco tiempo para mejorar la cultura democrática de los ecuatorianos.

Serán días agitados para el CNE, ya que deberá hacer un escrutinio nacional y proclamar los resultados en un máximo de siete días después de cumplidas las nuevas elecciones.

Los grupos políticos, que con acciones desesperadas intentaron invalidar la muerte cruzada con la que el presidente dejó al país sin Asamblea y acortó su período en 20 meses, seguirán intentando recuperar los espacios perdidos.

Lo que pase en los próximos seis meses depende del presidente, pero lo que ocurra concluido su Gobierno será por la voluntad del pueblo, que escogerá a los nuevos legisladores y mandatarios. Evitemos equivocarnos.