La Policía Nacional se cae a pedazos, pero en nuestro país, al parecer, a pocos les interesa. La institución encargada de la seguridad ciudadana y de mantener el orden público, en plena ‘guerra’ entre organizaciones criminales, con los más altos índices de violencia en la historia de Ecuador y cuyos uniformados han sido víctimas de mortales ataques por parte de narcodelincuentes, está a la cola del billete que necesita para fortalecer a sus filas, la creación de cuarteles intermedios, la compra de chalecos y más.

Para la construcción de los cuarteles en Quito, Guayaquil, Machala y Santo Domingo de los Tsáchilas, anunciada por el ministro del Interior en octubre del año pasado, resulta que ahora hay que buscar financiamiento, cuando lo que más necesita la Policía es dinero para no seguir ‘dando papaya’ ante las bandas, que están mejor equipadas. Es decir, esos 151 millones de dólares ni los olieron.

Y no es que emergencias como la llegada del fenómeno de El Niño sean menos importantes, pero la seguridad de los ecuatorianos y el fortalecimiento de los uniformados son aspectos prioritarios, porque el crimen no da tregua y las víctimas colaterales siguen aumentando, así como las extorsiones y otros delitos que se pasean ante las narices de una Policía debilitada.