A solo dos meses de terminar el año y poco menos de la posesión del nuevo presidente de Ecuador -si los intereses políticos no deciden otra cosa y alargan todo-, la herencia que va dejando el mandatario Guillermo Lasso a su sucesor es como para ponerse a llorar.

El tiempo es escaso y los problemas son muchos. La crisis eléctrica que hoy tiene al país sufriendo de apagones trae consigo alarmantes consecuencias que agravan la actual situación económica del país. Si ya se venían cerrando negocios por las amenazas de las llamadas ‘vacunas’ (extorsiones) ahora algunos más caerán por la inactividad, porque dejarán de producir sin energía o porque no les llegan los clientes. Como sea, la amenaza de un mayor desempleo.

Insistir sobre el tema de la inseguridad es caer en un vacío tremendo, pese a que el ministro del Interior, Juan Zapata, aseguró en días pasados en Guayaquil, inflando pecho, que tenemos a la mejor policía del mundo. Sí, se refería a la misma a la que le matan uniformados porque deben enfrentarse a delincuentes diez veces mejor armados que ellos. Policías buenos hay, de eso no cabe duda; con capacidad para ser los mejores, también, pero sin armas, sin chalecos y sin estar preparados como se debe, qué se puede esperar. ¡Qué país le espera a Daniel Noboa!