Ana salía del colegio feliz, entusiasta por llegar a su casa, darle un beso a su madre y disfrutar del estar con su familia. La chica de 16 años caminaba tranquila por las calles del sector conocido como la Entrada de la 8, en ese Guayaquil profundo, en este Ecuador donde ahora, a decir de la asesora presidencial Diana Jácome, “hoy trabajas con tranquilidad, vas a tu lugar de trabajo, a tu empresa, a tu negocio, con mayor tranquilidad”. ¡Qué lindo suena eso! Pero de las palabras a los hechos hay mucha distancia.

¿Conocerá Diana Jácome las calles de la Entrada de la 8? ¿Conocerá Diana cómo la gente camina con temor, apurada y viendo para todos lados para que no le roben o asesinen en las calles de ese país del que ella dice su gente “hoy sueña y lo ve distinto”?

Pues en esas mismas calles Ana, quien estaba a menos de 500 metros de llegar a su casa, falleció el viernes pasado víctima de una bala fatal. Un sicario atentó contra la vida de otro sujeto y en esa acción ella recibió una bala perdida. Murió en la vereda, con sus cuadernos en mano, con sus sueños de ser una profesional y sacar adelante a su familia. Murió en esas calles en las que Diana Jácome dice que hoy los ecuatorianos pueden ir en paz. ¡Qué fácil es hablar desde el poder! Atrévanse a decirle ahora a la familia de Ana esas mismas palabras. ¡Atrévanse!