La escena nocturna de las ciudades ha sido invadida por eventos que, bajo el pretexto de celebraciones o paseos, se han transformado en manifestaciones de desorden y caos. La reciente ‘Rodada Terrorífica’ es solo un ejemplo de cómo la combinación de motociclistas y vehículos ‘tuning’ con sistemas de audio estruendosos ha generado problemas que afectan la calidad de vida de los ciudadanos. 

No solo se trata de la contaminación sonora que perturba la tranquilidad, sino que también se pone en riesgo la seguridad, ya que son reiteradas las denuncias sobre el mal comportamiento de los participantes.

Las autoridades parecen impotentes y han dejado a los ciudadanos a merced de un fenómeno que se ha salido de sus manos. Por eso, deben implementar regulaciones más estrictas sobre el uso de vehículos modificados y que se supervise con firmeza y regularidad los eventos masivos.

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