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Opinión

Editorial: La ‘fiesta’ en la Peni nunca termina

Una farra con música a todo volumen y hasta fuegos pirotécnicos en el interior del Centro de Rehabilitación Masculino de Guayaquil, más conocida como la Peni, es la última ‘perla’ de la crisis carcelaria que atraviesa nuestro país.

Esto no es más que el reflejo de la ‘fiesta’ que desde hace dos años -si no es más- viven ciertos líderes de organizaciones criminales dentro de este recinto, escenario de las más salvajes masacres y del que las autoridades no tienen el control. Y no lo tienen porque ningún director de la Penitenciaría, con el respaldo y protección del Gobierno, permitiría semejante afrenta a una ciudadanía enferma por el miedo que es provocado por el estado de inseguridad y violencia.

Y las respuestas del Servicio Nacional de Atención Integral a Personas Adultas Privadas de la Libertad (SNAI) tampoco están a la altura de la grave situación, pues decir que “hay varios ejes de tratamiento (para los internos), que son a través de la bailoterapia”, como para echarle tierra a una evidente fiesta, es querer verle la cara a los ecuatorianos. ¡Ya basta!

El Estado está lejos de controlar las cárceles, pero también de ofrecer una verdadera rehabilitación integral a los reos para reinsertarlos en la sociedad, así como de garantizar sus derechos y seguridad. Por eso la ‘fiesta’ sigue de frente o pasando ‘de agache’.