Los extorsionadores, cual plagas apocalípticas, están sembrando el hambre, la miseria y la pobreza en el país, porque no hay autoridad ni cuerpos de seguridad delEstado que logren neutralizarlos.

Nadie está a salvo de ser víctima de estos grupos criminales, que se están apropiando de bases de datos para ejecutar sus propósitos extorsivos, haciendo uso de los múltiples canales de comunicación, más que nada por llamadas telefónicas y mensajes de textos.

Las opciones de autoprotección que barajan grandes empresas y cadenas de comercio, y los ciudadanos, que no contestan llamadas de números desconocidos, son insuficientes para enfrentar la expansión delictiva.

El país requiere de un plan integral de seguridad que permita atacar y destruir los cimientos de estas estructuras criminales. La respuesta de lo que hay que hacer está en las estrategias aplicadas en países cercanos, con resultados positivos, que incluye la recuperación de los espacios que hoy son ocupados por la criminalidad.