La crisis institucional y deportiva por la que atraviesa Emelec mantiene a este glorioso club guayaquileño al borde del colapso, con un millonario déficit y una afición que sufre a causa de las malas administraciones y disputas dirigenciales.

Las pugnas internas dilatan la estabilidad del actual directorio. Ahora, el fantasma de las apelaciones a la actuación del tribunal electoral amenaza con borrar todo lo hecho y repetir este proceso eleccionario, perjudicando únicamente a la institución y exponiéndola a una grave sanción que podría empujarla a la segunda categoría.

Muy lejos está el equipo eléctrico de reeditar las grandes gestas deportivas que forjaron la fidelidad de su hinchada, debido al manoseo que sufre la institución. Y, cuidado, no se debe emular el desastre que aún mantiene a un tradicional equipo capitalino al borde de la desaparición.

En Emelec, se deben transparentar todas las cuentas y los procesos, apelar a la unión y castigar a quienes, a través de informes forenses, le hicieron daño. Solo así se podrá trabajar en un proyecto deportivo y administrativo sólido que revierta la crisis actual.