La Pachamama no perdona y castiga. El cambio climático está causando estragos en todo el planeta, y nuestro país no se salva. A pesar de las constantes sequías en verano y las lluvias extremas en invierno que arrasan con cultivos, viviendas y carreteras, todavía no logramos entender la gravedad del problema. Estos desastres no son simples eventos aislados, sino el resultado de décadas de descuido ambiental y la falta de políticas eficaces para frenar los efectos del cambio climático.

No es suficiente hablar sobre el cambio climático en reuniones y prometer acciones. Es necesario que actuemos de manera inmediata y efectiva: desde planificar ciudades más sostenibles, conservar nuestros ecosistemas, reducir las emisiones contaminantes y enseñar a las nuevas generaciones sobre la importancia de cuidar el medio ambiente. Si no hacemos un cambio real, cada temporada nos recordará nuestra falta de acción. De nada nos servirá quejarnos.

Es momento de tomar conciencia y dejar de esperar que el desastre ocurra para reaccionar. Los gobiernos, las empresas y la sociedad en su conjunto deben asumir su parte y comprometerse con soluciones que frenen el deterioro ambiental. Si no lo hacemos, el futuro será aún más incierto y difícil.

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