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Opinión

Editorial: Estado eficiente: del sueño a la realidad

Qué Ecuador sería este si la clase política gobernante se despojara de sus intereses partidistas y de la camisa de fuerzas de las ideologías para poner en práctica soluciones útiles a los grandes problemas del país. En otras palabras, instaurar el pragmatismo como una guía para las decisiones. Qué Ecuador sería ese. Uno mejor que el actual, seguramente que sí. Liberar a las decisiones de los gobernantes de las ataduras de las ideologías y de los intereses partidistas ya sería una ganancia para la sociedad. Sin embargo, la realidad es que estas siguen siendo la guía.

La búsqueda de un Estado eficiente va más allá de las líneas políticas. Y ese debería ser el norte de cualquier país que mire hacia el futuro y no esté anclado en el pasado, orbitando alrededor de un solo problema que se convierte en un peso y un dolor de cabeza.

¿Los subsidios? Hay que focalizarlos y pasar la página. ¿La justicia sometida al poder político? Hay que liberarla y seguir caminando. ¿Un sistema deficiente de salud pública? Hay que mejorarlo. Suena fácil. Lo es cuando existe el compromiso de los líderes de solucionar los problemas y encontrar los caminos más eficientes y prácticos para llegar a ese cometido. Si no hay compromiso, por más que el camino esté expedito, hallarán y hasta se inventarán obstáculos.