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Opinión

Editorial: No podemos vivir secuestrados

La violencia criminal instaurada en el país por organizaciones narcodelictivas no da tregua ni cuando los ecuatorianos se enfrentan en las protestas contra el Gobierno.

Aprovechando que la atención de la fuerza pública está en el control de las manifestaciones para evitar vandalismo y perjuicios a la comunidad, los avezados delincuentes, poseídos por una crueldad inhumana, someten a balazos a sus víctimas sin importar el lugar donde se encuentren. Hace poco, los socios de un centro social y cultural de europeos radicados en Ecuador fueron víctimas de un asalto, a pocos metros del Cuartel Modelo de la Policía.

Pero también están los que se camuflan entre las protestas sociales para echar combustible y encender en las calles una llama que parece no tener fin, mientras otros atemorizan, asesinan y saquean a los que trabajan honradamente.

Ecuador necesita un diálogo urgente para volver a la paz y que las prioridades vuelvan a su cauce. Una de ellas es la seguridad, primordial para el desarrollo del país. No podemos vivir secuestrados.