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Opinión

Editorial: Alejar el terror de las escuelas

La delincuencia organizada ha asestado el golpe más duro a las familias ecuatorianas: atemorizar a sus hijos. El proceso de aprendizaje, desarrollo de habilidades, formación de valores, creencias y hábitos de niños y adolescentes de algunos centros de educación de Guayas y Esmeraldas está roto. A la grave crisis por la que atraviesa el sistema de educación en nuestro país por el déficit de aprendizaje, infraestructuras en mal estado, profesores sin preparación y falta de programas de nivelación, se han sumado en las últimas semanas las amenazas y extorsiones de grupos criminales.

Se repite el escenario de la pandemia de COVID-19: estudiantes encerrados en sus casas frente a una computadora, con problemas de cobertura tecnológica, tentados por el facilismo ante la ausencia del docente, sobrecargados de tareas, estresados, aislados socialmente y con miedo. En un escenario de inseguridad, lo que puede salir mal saldrá mal.

Es un frente más que se le ha abierto al Gobierno Nacional y que complica aún más su lucha por devolverle la paz al país. Las labores de inteligencia de policías y militares deben extenderse hacia los sectores vulnerables como los centros de estudios, para alejar esa ola de terror de inocentes.