El entusiasmo por pasar tiempo con la familia en feriado es algo que se planifica con varios días de antelación, por ejemplo algún viaje a lugares turísticos o tal vez asistir a eventos. Pero qué tal si hace un tour gastronómico por la ciudad y les da una oportunidad a estos restaurantes que tienen años alimentando a los guayaquileños con sus maravillosos platos típicos repletos de amor y costumbres.

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Como el Jardín Restaurante con su famoso caldo de bola, los aromáticos cangrejos D’ Leito, el espectacular caldo de salchicha de La Fuente de Ceci, la guatita de Tradición Guayaca y la maravillosa experiencia de sabores del encebollado de la picantería El Tiburón.

A veces, de la necesidad de mantener el hogar surgen buenas ideas o, en este caso, platos suculentos como la guatita de Tradición Guayaca. “Mi abuelita me enseñó a hacerla”, comparte Michael Vallejo, quien explica que su negocio comenzó con la venta de desayunos. Su abuelita fue la que le dio la idea de implementar almuerzos con platos típicos y le enseñó todo lo que sabía, pero él quiso mejorar esas recetas y se inscribió en un instituto culinario.

Una de las enseñanzas que siempre tiene presente es que el ecuatoriano debe conservar bien su gastronomía. De ahí nace Tradición Guayaca. Sigue siendo un puesto de desayunos, pero con la implementación de platos más laboriosos porque “al guayaquileño le gusta desayunar fuerte”, menciona Michael. Añade que entre los platillos que les gustan a sus comensales para iniciar el día están el encebollado, la guatita, la bandera, entre otros.

“Yo creo que esa es la tradición de nuestro Guayaquil, siempre estar buscando comidas típicas, no solo un cafecito y un pan” (se ríe). Si se anima a visitarlo, se encuentra en Chimborazo y Cañar, diagonal a la Clínica Alcívar. La guatita tiene un costo de $ 4.

Puede haber muchos restaurantes que vendan los mismos platos en la misma zona, pero siempre va a destacar aquel que tenga el mejor sabor. Esa es la idea que defiende Leonardo Vaicilla, el creador de Cangrejal D’ Leito. “Para mí, es el agüita que nosotros preparamos. Esta tiene un concentrado que nos hace diferentes al resto y no la he visto en ningún otro lado”.

Y es algo cierto. Su aroma tienen una ligera diferencia al resto, y se percibe al poner un pie en el umbral de la puerta. Aunque eso no es lo único que llama la atención, pues las ambientaciones del local, ubicado en la avenida Barcelona, también lo dejarán impresionado, al ser distintas. Por un lado, tiene mesas y silla de madera, un estilo tradicional de los restaurantes de comida típica; por el otro lado, butacas de cuerina negra mezcladas con un piso rojo y otro beige, para brindar una sensación de intimidad y comodidad al cliente que quiere degustar este manjar del manglar.

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Todos sus platos son buenos, pero el más cotizado por el público es el Combo D’ Leito, que viene con cinco cangrejos, maduro, salsa, arroz o cocolón y una cola o cerveza grande, por $ 18,80. Y por el mes de julio están regalando un cangrejo extra en todos los pedidos.

Bien dicen que el ambiente lo hace la gente y en la picantería El Tiburón es lo que se siente al entrar. Es como si llegara a la casa de su amigo del barrio y su mamá lo recibiera con un plato humeante de comida.

Ubicado en Capitán Nájera y la 13, vale la pena tomarse un tiempo y detenerse en este restaurante esquinero. Aunque sirvan varios platos típicos como guatita, bandera y otros, lo que más llama la atención a su clientela es su famoso encebollado, servido con un pan enrollado del día y chifles caseros. “Es un plato tan rico en nuestra ciudad que se lo puede disfrutar a cualquier hora del día, sea en la mañana, tarde, noche o madrugada”, menciona Mario Mero, propietario de la picantería. Su costo es de $ 2.

Él explica que para lograr el mejor sabor su secreto es usar todos los ingredientes orgánicos y conseguidos a diario para obtener los productos más frescos.

Y así como cuida de los paladares de sus clientes, también busca que ellos estén cómodos en todo momento. “Siempre les recalco a mis colaboradores que atiendan como a ellos les gustaría que los atendieran”, y parece que le ha rendido frutos. El sitio es muy frecuentado por estrellas del fútbol, personajes de la farándula y políticos como el alcalde de Guayaquil, Aquiles Álvarez.

“Es un plato que viene de mi abuela, luego de mi mamá, y para mí se hizo una tradición porque, aparte del sabor, ellas lo preparaban con amor y dedicación. Siento que el guayaco no puede perder este sabor”, dice Mirna Gómez, la actual propietaria de La Fuente de Ceci. Ubicado en La Garzota, diagonal a la Empresa Eléctrica, este restaurante se dedica a vender solamente caldo de salchicha a $ 4, y es el sitio que ha visto crecer a Mirna.

Ahora es la encargada de hacer llegar al público la preparación hecha por su familia. Ella empieza su rutina a las 02:30, de esta manera el espeso caldo estará listo para los comensales que se atreven a desayunar este potaje a las 07:00.

A los clientes se los trata con una sonrisa y respeto. Ese es el lema que Mirna les ha enseñado a sus colaboradores para que aquellos que los visiten se sientan a gusto. Su calidez es tal que el día que SEMANA los visitó coincidió con la fecha del cumpleaños de la fallecida mamá de Mirna. En su honor, vistió de negro y los platos que se servían a los adultos mayores corrían por cuenta de la casa.

Con cuarenta años de experiencia sirviendo comida típica en Guayaquil, El Jardín Restaurante se ha vuelto un sitio emblemático para degustar el maravilloso caldo de bola. “Lo que lo hace especial es que mantenemos la receta familiar y le ponemos pasión a la elaboración de la comida típica ecuatoriana”, explica Juan Manuel Romo Leroux, el chef del local, ubicado en Chimborazo y Venezuela.

Así, con esta comida, ellos han recorrido un largo viaje, que incluye eventos, ferias y hasta premios, como el que ganaron en la feria Raíces en 2016 por servir el mejor caldo de bola en la ciudad.

El costo de este caldo es de $ 4,95, pero por el mes de julio han sacado una variación llamada Mar y Tierra, que incluye la bola rellena de carne, camarones, pescado y calamar con el caldo de siempre. Esta última cuesta $ 6,95.

Si se anima a darles una oportunidad, no importa qué día sea o qué tan ajetreada haya sido su mañana, los colaboradores del restaurante tienen el lema de que al menos en esos 20 o 30 minutos que pase con ellos, tratarán de arrancarle una sonrisa. Su truquito para lograrlo es acercarse a usted y preguntarle si desea un ‘refill’ del caldito para acompañar su bola hasta en el último bocado.

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