Paula Francisca estaba nerviosa. Las manos le sudaban, pese al frío que hacía ese día en Quito, y no podía dejar de moverlas. Pero, después de sentarse y respirar profundamente por unos minutos, con los ojos cerrados, calmó su agitación. Estaba lista para iniciar la sesión de fotos de su suspensión corporal.

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La modelo alternativa se preparó para llevar a cabo el acto, que, dentro de la cultura de la modificación corporal, consiste en suspender el cuerpo de una persona en el aire usando ganchos que atraviesan la piel en una zona específica, para levantarlo mediante poleas y mantenerlo suspendido realizando distintas posiciones.

Paula eligió un atuendo “perfecto para la ocasión”, que se acoplaba con la locación: un estudio de fotografía oscuro, alumbrado con tenues luces rojas. Se vistió con un diminuto baby doll liguero negro, con el propósito de que su cuerpo quedara casi descubierto y, en las fotografías, se pudiera apreciar que los ganchos habían atravesado su piel.

La quiteña quería quedar colgando con la cabeza hacia abajo. Para lograr ese ángulo, le tuvieron que incrustar un garfio en la piel de las rodillas. Sin embargo, su mayor reto era aguantar el dolor y sacarse el miedo de que se le desgarraría el pellejo. Pero con un poco de anestesia no sintió nada.

“Lo hice con especialistas que hacen modificaciones corporales. Cuando me atravesaron los ganchos no sentí nada, ni siquiera cosquillas o que me tocaban”. Su corazón se aceleró recién cuando empezaron a levantarla. “Tenía la sensación de que se me arrancaría la piel... cuando vi que se me estiraba la piel de la rodilla, cerré los ojos. Los volví a abrir cuando ya estaba colgada”.

Una vez en el aire, y después de que se tranquilizó, Paula se sintió como pájaro en el cielo y empezó a realizar distintas poses, con la intención de que las fotografías tuvieran un tono dark (oscuro) y sexual, porque este tipo de contenido lo promociona a través de la aplicación de mensajería Telegram desde que tenía 17 años. Ahora ya es mayor de edad, tiene 21.

“Hasta mis 18 años solo vendía mis fotos por Telegram y llamaban la atención porque, para esa época, ya tenía casi todo mi cuerpo tatuado. Luego, como ya cumplí la mayoría de edad y para estrenarme en OnlyFans, hice la sesión de fotos de mi suspensión corporal, que fue un éxito y me hizo conocida en el mundo del modelaje alternativo, porque ahora hasta me llaman para ser modelo de eventos”, reveló.

Paula permaneció suspendida por aproximadamente 30 minutos. Durante ese tiempo disfrutó haciendo su contendido y, aunque nunca sangró ni sintió dolor, recalca que se preocupó por momentos porque le dio vértigo. Aun así, no pidió que la bajaran hasta que terminó la sesión fotográfica que ocurrió en 2020.

“Siempre tuve ganas de hacerlo, porque es parte de la cultura de la modificación corporal, pero es lo más extremo. Me sentía feliz, aunque cuando ya me bajaron se me pasó por un momento porque me quedé viendo cómo me sacaban los ganchos, ya se me estaba pasando la anestesia y apenas los sentí cuando me los sacaron... igual no sangré y tampoco me quedaron heridas”.

Esta sesión de fotos la ubicó como una de las pioneras en promocionar este tipo de contenido sexual. Tanto así, que sus seguidores en OnlyFans y Telegram le piden material personalizado.

Sin embargo, al no poder satisfacerlos, porque necesita la asistencia de especialistas, optó por vender sus fotos con estilo shibari (es un estilo japonés de bondage que implica atar siguiendo ciertos principios estéticos).

“No puedo satisfacerlos a todos, por eso les doy una alternativa. Me ato todo el cuerpo con cuerdas y me cuelgo. No es tan extremo, pero satisface a mis clientes porque les gusta verme colgada con alguna lencería sexy. Puedo ganarme mínimo cien dólares diarios”, explicó.

Vender contenido dark-sexual también le deja buenas ganancias, mínimo unos 3.000 dólares mensuales; sin embargo, destaca que realiza las sesiones porque se identifica con la cultura de la modificación corporal.

“Esto lo hago porque me apasiona, me gusta ver cómo mi cuerpo va cambiando con las modificaciones de los tatuajes o cirugías estéticas. Obviamente le saco provecho vendiendo mis sesiones de fotos a mis clientes”.

Su aspecto rudo, debido a los tatuajes que tienen en todo su cuerpo, causa que también las personas la busquen para que cumpla el rol de dominatriz (mujer que ejerce el rol dominante en una relación).

“Es lo más loco que he visto. A los hombres les gusta que las mujeres los dominen en las relaciones. Por medio de videollamadas, les doy las instrucciones para que hagan poses y se hagan daño de alguna manera, ya sea con golpes o vertiendo algún líquido caliente sobre su cuerpo. Les gusta que los insulten, pero fuerte porque eso los pone cachondos... pagan para que los insulten”, dijo entre risas.

Asegura haber perdido la cuenta de los tatuajes que se ha realizado. Aun así, considera que todavía no son suficientes e, incluso, quiere modificar su apariencia. Empezó haciéndose la bifurcación de la lengua.

“No quiero cambiar totalmente, pero sí quiero que se note. Tengo pensado hacerme más piercings y además quiero cortarme las orejas para que se parezcan a las de un elfo”. Así Paula le saca ‘el jugo’ a su piel, sin temor al dolor.

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