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¡Fueron “20 minutos” de matanza en la cárcel de Cotopaxi!
A pesar de que el motín en esta prisión fue controlado antes que en los otros centros, todavía no se permite el ingreso de ningún visitante
Mireya Ortiz estaba sola. Tenía frío, incertidumbre y ganas de volver a abrazar a su hijo luego de que él estuviera 20 meses preso en la cárcel de Cotopaxi.
El chico tenía previsto salir de ese lugar el martes 23 de febrero, antes del mediodía, una vez cumplida su condena. Sin embargo, la masacre que terminó con la vida de 79 reos en ese y otros dos reclusorios del país, impidió que Ortiz pudiera ver a su retoño. Y eso la desesperó.
La angustiada madre aguardó afuera de la cárcel hasta la madrugada del miércoles 24 y no obtuvo respuesta. “Lo único que me dicen es que espere una hora. Así me tienen desde temprano”, dijo la mujer.
HORAS ANTES
La mañana de las revueltas carcelarias, Ortiz había ido a las oficinas del Consejo de la Judicatura para retirar la boleta de excarcelación de su hijo. Antes de ir a la prisión decidió almorzar en el camino y, justo cuando iba a servirse el segundo plato, vio en las noticias la ‘carnicería’ que se estaba dando en las cárceles de Guayaquil, Cuenca y Cotopaxi.
Cuando escuchó mencionar a la cárcel de esta última provincia, casi se desmaya. Dejó la comida y corrió hacia allá.
Observó el caos
Al llegar, Ortiz vio que salían varias ambulancias con las sirenas prendidas y también ingresaba la camioneta de Medicina Legal. En la puerta principal, una funcionaria del centro estaba con una lista. Era la encargada de darles la noticia a los parientes de los asesinados.
Ortiz, temblorosa y con miedo de que su hijo formara parte de las víctimas mortales, preguntó con recelo, pero su vástago no había sido asesinado. Para confirmar el dato pidió información sobre dónde había ocurrido el hecho y le indicaron que fue en la etapa de máxima seguridad. Esto la tranquilizó porque su hijo estaba en la sección de mínima.
LÁGRIMAS Y SANGRE
Durante la tarde y noche del martes, la madre del recluso no sabía qué sentir. Por un lado estaba angustiada porque no sabía si habría otros ataques dentro de la prisión. Por otro, se sentía impotente al ver cómo los allegados de los reos asesinados se desmoronaban al enterarse de lo sucedido. “Una señora vino a dejarle comida a su esposo. Cuando le dijeron que era una de las víctimas, la pobre ‘estalló’ en llanto”.
Según el Servicio Nacional de Atención Integral de Personas Privadas de la Libertad y Adolescentes Infractores (SNAI), en el Centro de Reclusión de Cotopaxi fueron asesinados ocho presos que cumplían una pena de más de 20 años en el pabellón denominado Hades, en la etapa de máxima seguridad (ver en la infografía).
Algunos fueron sentenciados por asesinato, había un condenado por femicidio y otro por homicidio. Según un guardián del acceso principal a la cárcel, el amotinamiento duró unos 20 minutos. Para controlarlo, la policía solicitó refuerzos de otras unidades como el Grupo de Operaciones Especiales (GOE) y el Grupo de Intervención y Rescate (GIR). Además pidieron refuerzos de Ambato.
La mañana y tarde de ayer llegaron más agentes para resguardar los exteriores de la prisión, mientras más familiares de reclusos querían saber sobre su situación. Además, un helicóptero sobrevoló la zona.
Según la Dirección Nacional de Muertes Violentas (Dinased), el motín fue controlado, pero no fue posible allanar el pabellón donde estaban los sospechosos de los crímenes porque varios privados de libertad controlaban las puertas de acceso.
REACCIONES EN TWITTER
@jimmyjairala: “Las cárceles son el reflejo de la sociedad fallida en la que vivimos.”
@alexmoreiraj: “Cuando Ecuador entienda que los PPL no tienen que tener ningún derecho dejará de ser un país conflictivo.”
@PerezAdrian25: “Los que desmembraron personas en las cárceles del Ecuador empezaron sus vidas como todos nosotros. Alguna vez fueron niños inocentes.”
@andresabad05: “La delincuencia organizada, el terrorismo, los sicariatos, los amotinamientos ¿le ganaron a nuestras instituciones? Esto sólo es el comienzo”.