En la habitación de Flor Ramírez Vallejo, de 50 años, permanecen intactas todas sus pertenencias, entre ellas, la caja de caramelos con la que laboraba, noche tras noche. Ella lleva 41 días desaparecida.

La familia de Flor está desesperada porque ya no saben dónde más buscarla. La última vez que la vieron fue la mañana del 20 de abril. “Ella salió como cada día. Aunque no habla ni escucha, siempre ha sido con un espíritu libre, radiante de alegría y amor”, resume su hermana Delia.

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Delia, con lágrimas surcando su rostro, comentó que Flor compartía su hogar con su madre, de 90 años, y desde joven la ayudaba en el negocio familiar. Con el paso del tiempo, solo Flor seguía trabajando en su puesto en la puerta de una discoteca en la zona conocida como la Estación.

En ese sitio, la señora vendía caramelos, chupetes y tabacos. A pesar de los intentos de su hijo por disuadirla, inclusive escondiéndole el charol, pero ella compraba nuevos caramelos y regresaba a su querido puesto. Era conocida por su forma única de moverse por la ciudad, siempre en taxi, y comunicándose a través de las señas.

Rosa Enríquez, su otra hermana, pidió a la comunidad que si saben de su paradero, se lo hagan saber. Creen que, por su amabilidad, tal vez alguien la haya acogido. La preocupación también se cierne sobre su madre, cuyo corazón está fracturado por la ausencia de Flor.

“Nuestra madre está inconsolable, y ahora su salud se deteriora más rápido. Se resiste a permanecer en casa, y con cada amanecer sale en busca de Flor. Tememos que algo malo le suceda”, expresa Rosa, con un nudo en la garganta.

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