Elizabeth Chávez aún no logra reponerse del trauma que vivió la noche del jueves, al presenciar el crimen de su esposo, Miguel Alberto Del Pozo Alcívar, quien fue atacado en un local de venta de salchipapas, en el sector Las Cañitas, parroquia Ricaurte, cantón Urdaneta, provincia de Los Ríos.

Según Chávez, el hombre de 49 años fue sorprendido por el sicario justo cuando ella se levantó de la mesa para pagar la cuenta. Miguel se habría percatado de las intenciones del atacante e intentó huir, pero fue perseguido. Para su mala suerte, se resbaló y, en el suelo, el sicario le disparó cinco veces. Dos proyectiles impactaron en su cabeza y los otros tres en el tórax.

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Chávez recordó haber visto a un solo hombre descender de una motocicleta y aproximarse a su esposo. Tras cometer el crimen, el tipo huyó en el mismo vehículo en el que llegó. Familiares del occiso aseguraron desconocer el motivo del ataque, ya que, aparentemente, él no tenía problemas con nadie.

Héctor Ureña, dueño del local donde ocurrió el asesinato, mencionó que estaban en la cocina preparando más pedidos, cuando escucharon los disparos. “Nos escondimos por miedo. Cuando todo quedó en silencio, salimos y lo vimos tendido en el suelo… ya no tenía signos vitales”, relató el hombre.

En la escena, los peritos de Criminalística hallaron siete vainas percutidas calibre 9 mm como evidencia del crimen.

Por un tatuaje reconocieron cadáver

Un tatuaje con el nombre de su abuela, Juana, los familiares reconocieron a Wilmer Alberto Aguilar Castello, de 30 años, quien fue hallado sin vida en la vía al recinto El Guayabo, en el cantón Babahoyo, Los Ríos.

El hecho se reportó pasadas las 17:00 del jueves 30 de enero de 2025, pero a las 21:00 cuando los deudos llegaron a la morgue de la capital riosense.

Luis Aguilar, padre del fallecido, informó que su familia es oriunda del cantón Milagro (Guayas) y que, por el tatuaje, se enteró de que su hijo había sido asesinado en Babahoyo. Según el padre “le cambiaron de ropa” y abandonaron.

Wilmer era el mayor de cinco hijos y los vio la tarde del jueves en la ciudadela La Lolita, en Milagro. “Vivía solo, pero no tenía celular, y se me hizo extraño no verlo ese día... En la noche, mis hijas me dieron la triste noticia”, agregó el padre del fallecido.

Aguilar, quien se dedicaba a la albañilería y deja en la orfandad a tres menores, fue asesinado con 28 disparos de distintas armas de fuego, según la autopsia.

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