Los aguaceros, inundaciones, crecidas de ríos y aluviones que en los últimos días han dejado más de 2.000 damnificados en seis de las 24 provincias del país son una muestra más de que los planes de prevención no son tan efectivos y que las autoridades de Riesgos reaccionan solo cuando la tragedia ya ha arrasado con viviendas, infraestructuras e incluso con vidas humanas. Ocurre todos los años.

El hecho de que el Gobierno haya reaccionado con el envío de maquinaria para habilitar vías, adecuar albergues y ofrecer toda clase de ayuda a las familias afectadas por el temporal es lo mínimo que se espera en estos casos. Sin embargo, la respuesta ante la emergencia no debe ser solo reactiva. Lo que debe ser una constante y en lo que se debe trabajar con anticipación durante los meses previos a la temporada invernal es el estudio de las zonas de alto riesgo, para evitar desgracias como las ocurridas durante estos días del feriado de carnaval.

Además, es importante que el cruce de información entre diferentes entidades sea realmente útil en la prevención de desastres. El trabajo conjunto y la planificación de estrategias de mitigación de riesgos, además de la inversión en infraestructura y educación, son fundamentales para minimizar el impacto de estos fenómenos naturales y proteger a la población más vulnerable. Dejen el egoísmo y trabajen para el país.