Nuevamente, nubarrones grises se ciernen sobre Ecuador. No por la presencia de lluvias, sino por el reciente anuncio de estiaje hecho por el Gobierno Nacional, que ya está generando inquietud entre los ecuatorianos. Los problemas anticipados por los cortes de energía eléctrica, a pesar de la llegada de la tan esperada barcaza turca, pronostican meses caóticos y graves perjuicios económicos para el país.

La llegada de la central térmica flotante, que no comenzará a funcionar hasta el próximo mes de septiembre, no será una solución definitiva para los racionamientos. Tampoco lo será cualquier otra medida de emergencia que se anuncie desde el Ministerio de Energía para enfrentar esta crisis. Estas son soluciones parche que solo abordan de manera superficial este problema profundo, que tiene sus raíces en la corrupción y la ineficaz burocracia.

Estos dos males, que desgastan las instituciones del Estado, tienen una gran responsabilidad en la crisis energética. La burocracia impide cualquier intento de modernización y de inversión privada, mientras que la corrupción, con sus redes de mafias, sigue controlando el sector a través de contratos manejados de manera cuestionable, equipos en desuso y unidades que funcionan a medias, entre otras irregularidades. Es indignante que se juegue de esta manera con la vida y el desarrollo del país.

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