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Opinión

Editorial: Funcionarios prepotentes

Uno de los requisitos para ser funcionario público: saber que estará bajo el ojo de la opinión pública, de los medios de comunicación, de los ciudadanos y que una parte de sus obligaciones es responder. No es algo que esté escrito en la ley, pero está sobreentendido para quienes incursionan en este espacio.

A algunos funcionarios públicos de alto perfil del Gobierno les cuesta aún entender que contestar a los contribuyentes (aquellos que pagan sus salarios con los impuestos) es su obligación. Uno en particular, abusando de su posición temporal en el servicio público, responde, como no podría ser de otra manera, tal y como lo aprendió de sus mentores: con prepotencia.

“¿Quién le mandó a preguntar eso?”, fue su respuesta ante una duda planteada. Como medio de comunicación es nuestro deber y obligación preguntar. La esencia del periodismo es cuestionar. Puede resultar complicado entenderlo cuando el pensamiento crítico de varios políticos está lleno de telarañas. En el periodismo se lo ejercita todos los días, sobre todo al interior.

La prepotencia, de ninguna manera, puede ser la bandera de un funcionario público. Esta actitud solo se entiende en personas que conciben a la administración pública como una vía para ejercer poder y no para servir a los ciudadanos.