La ineficiencia de la burocracia en Ecuador es un ‘cáncer’ que ha contribuido a muchos de los problemas del país. A pesar de su prolongada existencia, la ciudadanía no ha exigido un cambio urgente. Sin embargo, esta indiferencia resulta inaceptable ante la actual crisis eléctrica que amenaza la subsistencia de miles de emprendimientos.

Si la actual emergencia energética no impulsa a los funcionarios a actuar con diligencia, es imprescindible una reingeniería total de los procesos en las instituciones estatales. Esto incluye modificar leyes que protegen la ineficiencia y establecer controles y sanciones por un desempeño inadecuado. La falta de respuesta efectiva no solo agrava la situación actual, sino que también desconfía a los ciudadanos en un sistema que debería servirles.

La desidia también afecta a los gobiernos seccionales, donde los trámites se estancan en un ciclo interminable de correcciones y requisitos. Este estancamiento no solo retrasa el progreso, sino que también crea frustración entre quienes dependen de estos servicios para operar.

Es crucial que, al igual que en el sector privado, se evalúe el rendimiento en el público, aplicando sanciones o despidos cuando sea necesario. La transformación de la burocracia es urgente para que Ecuador enfrente sus desafíos con efectividad.

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