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Opinión
De derecho a privilegio
La seguridad cada día se va convirtiendo en un derecho más inalcanzable. El temor va apoderándose de los ciudadanos con mayor fuerza a medida que la violencia recrudece. El asesinato de un fiscal a pocos pasos de su lugar de trabajo en Guayaquil da cuenta de que la inseguridad sigue una escalada sin freno. El Gobierno reacciona ante la ola delincuencial proponiendo tres preguntas relacionadas al tema para una futura consulta popular. Sí, constituye una respuesta, mas no una solución. Nadie puede negar que el patrullaje de militares junto con agentes de la Policía Nacional puede transmitir una sensación de seguridad a la población y disuadir al crimen organizado, pero solo hasta que este encuentre la forma de zanjar de alguna manera la presencia del ejército en las calles.
Habría que empezar a hablar de otras vías, como la educación, para ir trabajando en una solución estructural contra la violencia. Debería haber mayor presencia del Estado en los barrios donde las bandas reclutan sicarios. Y también empezar a recuperar la confianza ciudadana para dejar de ver como sospechoso al otro cuando se camina por la calle. Si la premisa es encontrar un remedio para el grave problema de la violencia e inseguridad, hay que dejar de ver el árbol y empezar a ver el bosque.