Todos los días de la existencia, todos los momentos transcurridos entre las tantas contingencias dramáticas o felices que nos toque cumplir o enfrentar, el amor a la mujer que nos dio la vida, que nos cuidó y protegió en la infancia y que, con el pasar de los años, nos fue dando su apoyo e inculcando su optimismo para que sigamos adelante, está presente en nuestro ser, y como respuesta la tratamos con el mayor respeto y amor que ella se merece. Y cuando la implacable muerte nos aparta de su lado, la seguimos manteniendo en la memoria a través de los felices momentos que compartimos.

Este segundo domingo del mes de mayo, tal y cual ha sido la inalterable costumbre que nos viene desde mucho tiempo se celebra el Día Universal de la Madre, que se convierte en una oportunidad, en un motivo imperecedero para que le expresemos al ser que nos tuvo en sus entrañas, para después darnos su amor, el mejor de nuestros agradecimientos, ya que bajo su sombra protectora pudimos seguir adelante en largo e impredecible camino de la vida que nos ha tocado recorrer.

Por efectos de la pandemia que ha obligado al Gobierno a imponer el confinamiento los sábados y domingos, los actos públicos por el Día de la Madre se cumplieron el pasado viernes, pero hoy repetimos, aunque sea a la distancia nuestro saludo a la madre universal.

Que su sublime huella permanezca siempre palpitante en nuestros corazones, como el verdadero amor eterno. Solo depende de nosotros.