Con la muerte cruzada se puso fin a una Asamblea tan cuestionada, devenida a menos por su propia inoperancia, convertida a ratos en un circo y sin mayor respaldo ciudadano.

Pero con esto comenzó también el juego de intereses y renacieron, al mismo tiempo y ¡vaya sorpresa!, las ilusiones de muchos que aspiran a obtener un cargo político y buscan revivir viejas glorias hoy escondidas en el ático o resguardadas en sus oficinas desde donde mueven los hilos. Lo mismo de siempre.

Y bueno, como los plazos comienzan a correr, sobre el tablero político comienzan a figurar ya, de manera extraoficial, nombres de candidatos que de a poco se han ido gastando; de algunos más que buscan apoyo para ver cómo les va, solo porque algo han figurado en estos últimos tiempos; de otros que desde ya saben que no son ni fu ni fa y solo van a rellenar papeleta; y quién sabe de cuántos más que tomándose el nombre del pueblo querrán constar en lista.

Ojalá los políticos entendieran, como lo ha manifestado el pueblo en sus primeras reacciones, que la ciudadanía está cansada de la politiquería. Que lo que quiere es que haya opciones políticas que vayan a servir al pueblo, no a ser serviles al poder. Si no entienden este reclamo popular, de nada servirá ir a las urnas otra vez.