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Opinión
Editorial: Excusa para la censura
Llegan al poder tras haber resultado elegidos en las urnas, después de haber sido designados en unas primarias ficticias y de haber ofrecido en campaña obras y proyectos que ni siquiera están en su competencia. Con más o menos excepciones, a nadie le cuesta recordar o visualizar especímenes políticos que, salvo rectitud y honestidad, han presumido y ejercido de todo.
Esas mismas figuras, que cargan procesos de investigación abiertos, sentencias o sombras aún por concretar, son las que quieren ahora dar lecciones de cómo otros gremios y profesiones tienen que comportarse y actuar con rectitud. Sería bueno que esos políticos que, en algunos casos, tienen hasta dificultad para leer, se autoexaminen primero antes de establecer un decálogo de despropósitos mal llamados ley de comunicación para amordazar al periodismo de investigación. Cada día es más urgente poner un espejo gigante en el órgano legislativo.
La exigencia de un periodismo serio, honesto, riguroso y responsable es irrenunciable e incontestable. Pero lo que está en cartera no es eso, es una excusa, en forma de norma, para la censura y sanción al periodismo, apoyada precisamente por los bloques más sombríos.