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Opinión

Editorial: Adicción que daña vidas

La adicción a los juegos de azar no solo es el camino hacia la debacle económica del ludópata, por las grandes cantidades de dinero que está dispuesto a perder, sino que afecta negativamente a su vida laboral y personal, porque merma su tiempo de ocio y el de su familia y ataca a su parte emocional y neuronal.

A través de una consulta popular, los ecuatorianos decidieron hace 10 años prohibir el funcionamiento de casinos en el país, pero la voluntad ciudadana no alcanzó para evitar las salas de juegos en áreas comerciales ni las apuestas por internet, a las que toda persona tiene ahora acceso a través de cualquier dispositivo electrónico. El desorden adictivo de un individuo, caracterizado por una urgencia psicológicamente incontrolable de jugar y apostar, puede ser devastador, más que nada en la adolescencia, porque empuja a quien lo padece a la ansiedad, depresión y el consumo de alcohol y otras sustancias, incluso hasta comportamientos suicidas.

Las autoridades son las llamadas a iniciar acciones urgentes, que frenen el acceso a estos sitios de apuestas físicos y en línea. Hay que proteger a los niños y jóvenes de caer en las garras de la ludopatía, porque las consecuencias tienen dimensiones descomunales.