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Opinión

Editorial: El acoso es acoso

Históricamente el acoso se ha justificado diciendo “no pasa nada”, “es una broma”. Pero no. El acoso es acoso. Y lo sufren las mujeres en las calles, discotecas, centros comerciales, reuniones... Usualmente se desconoce, porque las víctimas -en muchos casos- prefieren callar. Pero, ¿qué pasa cuando sí se desvela?

Es el momento idóneo para exterminar -pulverizar- este comportamiento agresivo que está enraizado (normalizado) en nuestra sociedad. Empezar a reconocer esta conducta nociva, sus consecuencias y atacar directamente sus causas. Y, sin embargo, la cultura del irrespeto continúa dominando.

Un ejemplo de eso es lo que pasa en las redes sociales. Twitter se ha convertido en una poza en la que pirañas esperan una carnada, cualquiera que esta fuera, para despedazarla. Y desde ahí se acosa, denigra y violenta los derechos de expresión y decisión.

Para muchos, todavía es difícil desinflar el pecho de gallo y entender la diferencia entre un cumplido y una falsa galantería. En aceptar que a muchas mujeres no les gusta. Y que los derechos de uno terminan donde comienzan los derechos de otros. Que, por sobre todo, prima siempre el respeto. Pero el aprendizaje sobre el respeto viene de niveles iniciales, en casa. Ahora es la oportunidad para revisar, analizar y replantearse este comportamiento que afecta a muchas en la cotidianidad.

Que los casos de acoso no queden en mensajes. Que no se vuelvan efímeros. Y que todos nos sintamos con la potestad para decir ¡basta!