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Farándula
El Jefe Vergara se va por el ritmo que le hace hervir la sangre: la salsa
El Jefe Vergara es un artista guayaquileño vinculado más al rock. Ahora, decidió dar rienda suelta a su ingenio y se va de rumba
Las raíces musicales del Jefe Vergara son rockeras, pero la tentación de hacer salsa es algo que lo inquietaba desde hace rato. Admirador de la Fania All Stars, el Gran Combo de Puerto Rico y la Sonora Ponceña, decidió dar rienda suelta a su ingenio y crear sus propias canciones de “salsa ecuatoriana”.
“Un poco antes de la pandemia, surgió esta necesidad de crear música propia, de hacer este género que hierve en nuestra sangre, que nos lleva a ser fiesteros y sabrosos”, explica.
Como creador musical y director de la banda Guayaquil All Stars, grabaron ‘Rumberos del ayer’ y ‘Calor guayaco’.
“Son canciones de mi autoría, que están enmarcadas en la salsa de la década de los 70, de la salsa brava, con ese sonido de antaño, que es el mejor”.
Salseros de cepa
El Jefe comenta que para el salsero, el género es una especie de religión, y eso fue lo que consideró en sus canciones.
“En ‘Rumberos del ayer’ se habla de esas personas que desde que se levantan respiran salsa. Mientras que en ‘Calor guayaco’ le canto a la forma de ser, la creatividad y la características del guayaco”, indica. Busca así, darle el sitial a este ritmo ante el predominante reguetón.
“Estamos en una era diferente, cambiante y volátil. Se hace salsa, pero ya no con la intensidad de antes, lo que no pasa con el reguetón, que es el que ‘comanda’ actualmente”. Explica que producir salsa no es fácil, pero si nadie lo hace se seguirá escuchando solo la música foránea.
“Aquí hay capacidad, no solo en este género musical sino en todos. Hace falta sentirse orgulloso, enamorarse de lo nuestro, eso va también por una cuestión cultural”, dice.
También pasillero
Sacada la espina salsera que lo inquietaba, Juan Carlos Vergara confiesa que volvió a su primer amor: el rock, pero admite que no es el único, ya que la música nacional también marca sus raíces.
“Soy fanático de los que lloran escuchando un pasillo, de hecho mi madre (Angelina López) es soprano y de ella lo aprendí. Hace seis años gané un premio nacional de composición con el pasillo ‘Con el alma sin heridas’”.
Autodidacta de la música, declara que vive en continuo aprendizaje. “A los 10 años conectaba la casetera y me ponía a sacar canciones. He hecho música para teatro y televisión, y ya estoy terminando mi segundo disco titulado ‘Tongo’, una mezcla loca de rock y merengue con bastante fiesta y energía. Estoy atado a la música para siempre”, concluye.