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Farándula

No se quiere casar. Tampoco quiso tener hijos, pues fue una decisión y sus presentaciones le quitan tiempo.AMELIA ANDRADE

Estrellita Solitaria: "Le enseñé humildad a las ‘tuneadas’"

Apareció en 2013 en la televisión. Se enredó en polémicas y supuestos ‘vaciles’. Hoy, ‘cachuelea’ cantando en eventos y vende ropa ‘a dólar’.

Nada ha cambiado dentro de la estrecha casa de Ana Orozco Panchana, más conocida como Estrellita Solitaria, ubicada en la 21, entre Venezuela y Colombia, sur de Guayaquil. Pero al salir a la calle recibe lo único que le dejó su fugaz aparición en la televisión: el reconocimiento de la gente. Y ella no pide más.

“Si eres humilde, ¿quién no quiere verte? Salgo y me saludan los que me seguían en mis momentos de fama. Para mí no hay nadie ni menos ni más en la vida, porque nos morimos y terminamos en un hueco”, recalca Estrellita, de 43 años.

En 2013 irrumpió en la farándula nacional al anunciar en un programa que quería someterse a una reconstrucción vaginal para ser “virgen” de nuevo. Ella atribuye su popularidad al locutor y cantante Christian el ‘Huracán’ Albán, quien fue el responsable de dicha entrevista.

Fue así que Ana y su familia, la cual está compuesta por payasos (Tolín, su papá, tíos, sobrinos y amigos de los circos), se dieron a conocer.

En su ‘cuarto de hora’ de fama, Estrellita estuvo envuelta en polémicas, supuestos romances con famosillos, también participó en un reality de baile y hasta quiso ser la Lady Gaga criolla.

Cuenta que muchos de los personajes mediáticos que se dieron a lo largo de los años, por diversas frases populares o algún momento bochornoso de su vida, han desaparecido, pero que a ella la siguen recordando, pues aún la saludan o le escriben en sus redes sociales pidiéndole videos con menciones.

‘Maestra’ de la humildad

Asegura que no se le subieron los ‘humos’ a la cabeza, ya que siempre se mantuvo firme en lo que su padre le había inculcado desde niña.

“Yo le enseñé a la gente de la farándula. Le enseñé la humildad a las ‘tuneadas’. La que siempre andaba en los ‘balconazos’ ahora se codeaba con las ‘chichonas’ y nalgonas, y como una no tenía, ellas se creían más que una”, aclara con fuerza.

Para Estrellita, las únicas que siempre fueron humildes fue Sharon, la Hechicera; y Jazmín, la Tumbadora, a quienes saludaba cuando se las encontraba en los eventos populares de algún cantón.

“Al resto se le subía la silicona (sustancia de los implantes mamarios) a la cabeza. Yo me hice famosa y ellas (cantantes, bailarinas y reporteras) aprendieron porque se dieron cuenta que la humildad es la que te lleva a ganarte el amor y cariño del público. No necesitaba tener un gran cuerpo para que el público me quiera”, explica. 

Una promesa

Desde los 9 años se sumergió en el mundo del baile y canto. Su papá, Germán Orozco, conocido como el payaso Tolín, le permitió subir a los escenarios, pero recordándole que debía mantener la humildad en todo momento.

“Mi papá me cosía la ropa y las faldas. Yo bailaba el tema musical ‘Sopa de caracol’. No enseñaba mucho mi cuerpo porque siempre fui flaquita y no tenía grandes atributos como otras bailarinas, pero aun así el público me quería porque yo bromeaba con ellos”, narra.

Así perdió la timidez para hablar en público y más cuando apareció en la televisión, con soltura y naturalidad, lo que ayudó a que le llegaran tentativas propuestas.

“No mencionaré el canal, pero me ofrecieron hacer un reality de mi vida. Querían encerrarme con mi familia en una casa con cámaras y que se vea todo lo que hacíamos. Admito que acepté, pero no sé qué pasó y las cosas no se concretaron”, revela.

Exprimida su vida en la farándula, Estrellita perdió espacio en dichos programas hasta desaparecer y solo quedar como un recuerdo a través de algunos videos en YouTube.

Actualmente los contratos para eventos no son buenos, debido a la pandemia, por eso se las arregla como puede. En su casa vende ropa usada desde un dólar. También ofrece zapatos, maquillaje y bisutería. Cuando le sale un ‘cachuelito’ para cantar, agarra sus mejores trajes y se va a hacer lo que más le gusta y que no dejó durante su fugaz fama: compartir con la gente.