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El fútbol se respira en la nueva casa de doña Mónica Jiménez, madre de Gonzalo Plata.Christian Vinueza

Mónica, madre de Gonzalo Plata, ‘cabrini’ porque se ‘comió’ un gol

Por su cumpleaños quería ese regalo y el jugador le cumplió, pero le recriminó que pudieron ser dos, porque falló uno. Una historia de superación.

Mónica Jiménez tuvo que hacer jugadas de crack en la vida. Le tocó gambetear al hambre y hacerle un túnel a la falta de dinero. Un taquito al cansancio. Una jugada de lujo al esfuerzo para trabajar lavando y limpiando en casas ajenas y un gol de esos que hay que celebrar a lo grande: cuando sacó adelante a sus cinco hijos sola en la vida. Lo siguiente son sueños de fútbol que superan la realidad.

Ahora luce una camiseta verde con blanco del Sporting de Lisboa de Portugal, donde su hijo Gonzalo Plata juega los últimos encuentros antes de ser transferido al balompié de Alemania, en una cifra que será récord para el deporte nacional. Por ahora se dice que son 50 millones de dólares. Y de ese monto, más de 20 irían para Independiente del Valle.

Plata es campeón sudamericano sub-20 2019, quedó en tercer lugar en el Mundial de Polonia 2019 y le dieron el balón de bronce.

Mónica junto a sus hijos Michael y Tony Plata Jiménez. Falta Bryan, que está con Gonzalo en Portugal, y su hermana Niriam.Christian Vinueza

UNA GUERRERA

La casa actual de Mónica contrasta con la que tenía 16 años atrás. Como madre soltera de cinco hijos, le tocó vivir épocas duras, pero “valió el esfuerzo sacar adelante a mis cinco muchachos. Lo más duro fue cuando lloraba sola, porque ellos me pedían cosas y no les podía comprar. Ellos me entendían. Luego me tocaba lavar, planchar y limpiar casas ajenas. Luego una prima me dejó el local de comida y me dediqué a la cocina”, cuenta Mónica, a quien al inicio le tocó realizar los dos trabajos.

Su buena sazón al cocinar hizo que se ponga un restaurante en el suburbio de Guayaquil.

A los cinco años, ya Gonzalo era un buen jugador, al punto de que se lo llevaban a que refuerce muchos equipos. Claro que a esa edad lo que más pedía Plata era tener zapatos, pero para eso no había. Lo bueno, recuerda Mónica, es que Dios siempre le dio ángeles que la apoyaron. Estos eran los padres de familia de los demás jugadores cuando estaba en la Academia Alfaro Moreno, que le daban para los pasajes diarios.

Gonzalo vistiendo la camiseta de Sporting de Lisboa de Portugal.MARIO CRUZ

ENTRE LIGA DE QUITO E INDEPENDIENTE

Gonzalo llegó a Rocafuerte FC a los cinco años, se lo llevaron a escondidas. Al inicio ella tenía dudas, pero le dijo que lo iba a respaldar, aunque con una sola condición: que Plata estudiara. Y como madre le puso un límite: si hasta los 18 años no pasaba nada con la pelota, debía dedicarse de lleno a los cuadernos y libros. Cosas de la vida, a los 18 años se fue al Sporting de Lisboa.

Gonzalo ha sido una bendición para su familia. Cuando pasó de la academia Alfaro Moreno a la Escuela Metropolitana vieron que la cosa iba en serio. Le obsequiaron una casa.

La primera salida para un equipo de Primera fue a Liga de Quito. Tenía 11 años, estaba jugando bien, pero sucedió algo y los albos no le dieron los estudios, dice Mónica. Ese fue el motivo por el que llegó a Independiente del Valle.

Mónica recuerda lo que le pidió al directivo Michael Deller: “No quiero que nos dé más nada, solo el estudio”. Y así fue que se quedó hasta que salió a Portugal, pero teniendo sus estudios. “Siempre le dije que lo apoyaba, pero que estudie primero”.

Los ojos le brillan a Jiménez y le da gracias a Dios. Mira las paredes, que antes eran de caña y ahora son de cemento, en una ciudadela privada al norte de la ciudad.

SE ACOSTUMBRÓ A DEJARLO IR

Gonzalo de ‘pelado’ ya era tratado como un ‘jugador profesional’. Llegaban los padres de familia de los demás chicos y le pedían a Mónica que les dé la autorización para irse de gira. Eran tres o cuatro días que se iba de casa, y dice que esto le sirvió, pues cuando él viajó a Portugal ella se quedó tranquila.

La madre le dijo a Gonzalo, que si hasta los 18 años, no daba como jugador, debía de dedicarse por entero a los estudios. 

EL JUGADOR MÁS CARO

Ella ha leído que su Gonzalo es ahora el jugador más caro del país y dice que esto es una bendición de Dios: “El cambio que hemos dado en la vida es tremendo, pero solo hay que dar gracias a Dios. Les digo a mis hijos que Dios nos tiene preparadas muchas cosas buenas”.

El fútbol les dio su primera casita, que era de caña. Luego, ya una de cemento, que sirvió para el comedor que tienen en el suburbio. Y ahora su casa en una ciudadela.

“Cuando me pasé a esta casa, recién me desperté del sueño y le di las gracias a Dios. Todo esto es un sueño hermoso”, expresa Jiménez

Sobre el paso al balompié de Alemania, ella dice que todo lo deja en manos de Dios. Que Él sabe lo que es mejor para su hijo.

“Yo lo llamo todos los días y le digo que tengo fe en Dios de que va a ser grande. Yo les pido a las madres que apoyen con todo a sus hijos”, enfatiza Mónica.

Mónica Jimánez tuvo que luchar con cinco hijos. Hoy Gonzalo le devuelve el sacrificio.Christian Vinueza

EL REGALO

El pasado 1 de junio, Gonzalo Plata se mandó un gol y fue elegido el mejor jugador del partido en el encuentro entre Sporting de Lisboa y el Gil Vicente en Portugal. Pero esa anotación no fue sorpresa para ella.

Su mamita estuvo de cumpleaños días antes y había hablado con su hijo. Gonzalo le había dicho: “Mamita, esta vez puedes pedir lo que tú quieras por tu cumpleaños, lo que tú quieras, solo pídelo”. La respuesta de la madre fue sorprendente y no se podía comprar con dinero.

“Le dije: Lo único que deseo es que hagas un gol para mí, solo eso. Seguro que será el mejor cumpleaños de mi vida”. Humilde respuesta de una madre. “Creo que pedí mucho”, añade sonriendo Mónica, pero Plata cumplió y le dio el gol.

Aunque doña Mónica conoce tanto el juego de su hijo, que después del partido, en vez de darle gracias por el gol, le reclamó que en un tiro libre bien pudo haber marcado un segundo gol, pero no sabe por qué la mandó fuera. “Le dije: Gonzalo, estás cobrando todas las pelotas paradas. Esa acción era para gol y no la pudiste meter”, recuerda sonriente Mónica, que ha vestido las camisetas de Alfaro Moreno, Metropolitana, Independiente del Valle, Ecuador y ahora la del Sporting de Lisboa.

“TENGO QUE TRABAJAR”

Gonzalo le ha pedido que no trabaje, que él se encarga de llevar la comida al hogar, pero Mónica le ha dicho que no, que “se puede envejecer de estar encerrada en cuatro paredes, que su cuerpo pide trabajo”.

Gonzalo Plata fue figura de la selección de Ecuador en el Sudamericano y Mundial Sub-20.

Tiene que seguir cocinando, porque el jugador le da dinero, pero a ella le gusta ganarse su billetito por su cuenta. Además, el don de cocinar rico se lo dio Dios y no puede desaprovecharlo.

En la cuarentena entregaba comida a domicilio y ahora está arreglando lo que será el nuevo restaurante. Gonzalo la apoya, aunque siempre le dice que descanse.

La mirada le brilla a Mónica, todavía está el detalle del globo rosado que le dieron por su cumpleaños. En las paredes de su casa están las fotos de su hijo. El fútbol le cambió la vida, pero al inicio, cuando Plata era un niño, le costó lágrimas, sacrificio y trabajo sacarlo adelante. Ahora, hasta tiene un club de fans del Sporting. Son hinchas ecuatorianos y portugueses que la tienen informada todo el día sobre cómo le va a su hijo en el equipo.

Sueños de fútbol que superan la realidad.