Eran los primeros días de marzo del 2011, y en las afueras de la Casa de la Selección, en Quito, llovía torrencialmente mientras Cristian Ramírez, padre del jugador ecuatoriano con el mismo nombre, esperaba para darle la bendición tras haber llegado de Santo Domingo de los Tsáchilas.

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En ese entonces el futbolista apenas tenía 16 años y había sido convocado al Mundial Sub-17, por lo que el ritual no podía pasarse por alto. “Ojalá que se quede de largo en la Tri”, dice haber pensado en ese entonces el progenitor. Hoy, luego de 13 años de esa experiencia, los Ramírez reviven sensaciones.

De acuerdo con los registros, el futbolista de la Tri tuvo buenos años con la selección, hasta que en 2019 decidió no volver a responder a algún llamado. Aunque nunca revelaron los motivos, muchos dijeron que se había “contagiado” de la decisión de Felipe Caicedo.

Y es que Gustavo Quinteros, Gustavo Alfaro, ni Félix Sánchez pudieron persuadirlo, hasta que Sebastián Beccacece lo llamó para enfrentar a Brasil y Perú, pero una lesión lo dejó fuera. “Estoy feliz de poder volver a mi casa; ahora sí, a darlo todo”, dijo el jugador emocionado.

De aquel chico que jugó en el Mundial de 2011 muchas cosas han cambiado. Hoy el jugador del Ferencváros de Hungría está de regreso, como aquel hijo pródigo que se menciona en la Biblia. Viene por goles con la Tri.

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