Tiene 30 años en Barcelona S. C. Nunca ha firmado un contrato con la institución, pero de vez en cuando los jugadores hasta le han hecho ganar un premio. Lo suyo no es la pelota, ni las camisetas, ni el trabajo físico. Tampoco es directivo del club.

Es el único lavador ‘oficial’ de los carros de los futbolistas y directivos del Ídolo.

Ni siquiera los jugadores se saben su nombre, todos le dicen Cholo Bravo, o simplemente Cholo, por su parecido con el volante amarillo de la década de los 90, David Bravo. En realidad, el protagonista de esta historia se llama Roberto César Prieto Espina.

Tiene 67 años y nunca se ha casado. Tampoco quiere hacerlo, porque dice que su soltería no la cambia por nada.

Lo suyo es cuidar y lavar los carros de los jugadores en la concentración o túnel del estadio Monumental. Y cuando no hay actividad en Barcelona, le toca hacerlo en otros sitios de la ciudad.

ASÍ LLEGÓ AL ÍDOLO

Su llegada al club

En 1990, Prieto trabajaba en una antigua toma de agua ubicada en la avenida Barcelona, donde se encargaba de llenar los tanqueros repartidores y le pagaban 1 sucre por cada carro.

Un día pasaban por allí los jugadores canarios Carlos Muñoz y Carlos Luis Morales, y al verlo  se dieron cuenta de que era físicamente idéntico al Cholo Bravo y lo invitaron al sector del túnel del estadio Monumental.

“Carlitos Muñoz era un goce, fue quien me llevó a Barcelona, pero al inicio era para molestar a David. Y cuando ya estaba en el Monumental, me dijeron que me podía quedar lavando los carros. Han pasado 30 años de eso”, recuerda Prieto.

Recuerda que al inicio lo molestaban con David Bravo y le decían que era su ñaño perdido.

ES UNO MÁS DEL EQUIPO

Prieto se siente en familia, dice que los jugadores lo tratan como si fuera uno más de ellos. Lava de cuatro a cinco carros diarios, y la paga varía dependiendo del futbolista y de su estado de ánimo.

El monto más bajo que le dan es 5 dólares, pero pocos hacen eso. La mayoría le da de 10 a 20 ‘latas’ y lava una vez por semana a cada jugador.

“En la primera lavada que hice me dieron cinco sucres, y luego 20 sucres, eso era más de lo que ganaba llenando tanqueros y me quedé en Barcelona”, dice el Cholo, que recuerda que en el tiempo del sucre Marcelo ‘Colores’ Hurtado era quien mejor le pagaba, hasta 20 sucres. Y los vehículos que más había eran los Fiat, hasta cuando Carlos Alfaro Moreno apareció con un BMW en los 90.

Rememora que una vez Michael Arroyo le pidió que le limpiara el carro, y a la hora de pagar le dio un dinero, pero le dijo que se fuera a comer con la familia. Cuando revisó los billetes, vio que Micky le había dado 100 dólares. Eso fue como hacer un gol olímpico, menciona.

Al matrimonio del loco

El día de la entrevista con EXTRA, Prieto vestía una ‘cachina’ que le había dado Gabriel Marques, y unos zapatos deportivos que le obsequió Emmanuel Martínez. Dice que Marques lo llena de ropa no solo para él, sino para su familia.

Mario Pineida lo trata de “compadre” y una vez Matías Oyola gestionó para que le pagarán un premio económico.

Además, el Cholo fue el invitado especial de Damián Díaz al matrimonio de Jonatan Álvez.

Fue a la fiesta con unos zapatos con luces que el Kitu le había comprando. Incluso, antes de ir a la celebración, el 10 amarillo le quería dar unos de sus ternos, pero él le dijo que no.

La pasó bien en la farra, “me sentí como un rey”.

No se ha casado, pero en su hombro derecho tenía tatuado el nombre de una ex, hasta que, hace poco tiempo, el jugador Damián Díaz le preguntó por qué seguía llevando en su cuerpo el nombre de un amor que ya fue. El argentino le dijo que debía de tener ahí al amor de todo su vida, Barcelona.

El Kitu Díaz le dio un billete para que se tatuara el escudo del Ídolo y no quedara huella de esa relación del pasado.

César no tiene cuentas en las redes sociales, no sabe en realidad cómo se maneja eso, pero recuerda que el año pasado durante un partido, él estaba cuidado carros afuera del Monumental y un grupo de chicas se le acercó, le pidieron fotos, saludos y hasta autógrafos. Él no sabía a qué se debía tanta atención, hasta que las féminas le dijeron que lo habían visto en redes sociales cuando los jugadores lo cargaban para bañarlo y hasta lo hacían bailar.

César Prieto es feliz lavando y cuidando los autos de los futbolistas del Barcelona, y quiere seguir haciéndolo hasta el último día de su vida.

Gracias al Ídolo ha podido viajar varias veces en avión diferentes ciudades y ha tenido una vida que jamás soñó.