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Buena Vida
Hellen Quiñónez, un cofre lleno de sorpresas
La periodista de Tv habla de su infancia en Esmeraldas, sus inicios en la TV y planes futuros. Es hábil para el deporte, la marimba y cocinar encocado
Hellen Quiñónez lleva en la piel impregnado el aroma del cacao. Aprendió a amar su siembra, cosecha y secado desde que era niña y acompañaba a sus abuelos maternos en las labores de agricultura. No hay otra palabra que describa su infancia que no sea felicidad. El río, los árboles, los animales y el ‘manojo’ de primos correteando por ahí, se unen en la memoria de la presentadora de televisión.
Hellen nació en Esmeraldas hace 34 años. Es la primera de cinco hermanos (un hombre y cuatro mujeres). Desde pequeña mostró una gran habilidad para hablar en público y conectarse con la gente. Por eso a nadie le sorprendió cuando, usando un palo de escoba como micrófono, se convirtió en la maestra de ceremonia de las reuniones familiares. “Lo decreté desde niña. Siempre quise estar en televisión”, narra ahora con 14 años de experiencia frente a la cámara.
Para ella más que el mismo talento son la perseverancia y disciplina las que la han colocado en ese lugar. Hellen se confiesa con DOMINGUERO y comparte sobre sus inicios en televisión, su faceta de reina de belleza, los primeros meses que vivió en la capital, su familia y sus proyectos a futuro.
¿Cómo está conformada su familia?
Soy hija de un militar retirado y un ama de casa. Me criaron a mí y a mis hermanos con mucho amor y mucho ejemplo. También tengo en mi vida la influencia de mis abuelos maternos porque hasta ahora son muy cercanos a mí. Me enseñaron a amar la tierra. Conozco todo el proceso del cacao, incluso puedo hacer una bola de chocolate.
¿Su infancia y adolescencia transcurrieron en Esmeraldas?
No, por el trabajo de mi papá recorrimos muchos lugares como Playas, Loja y El Oro. Estuve en el colegio en Santa Rosa.
Incursionó en los reinados de belleza ¿cómo fue esa experiencia?
Fui candidata a Reina de Esmeraldas, pero no gané. Estaba muy ilusionada, así que me decepcioné. A pesar de ello fue una experiencia maravillosa. Aprendí muchísimo, me catapultó. Tuve oportunidad de ayudar y crear una fundación que apoyaba a niños y personas de la tercera edad. En ese entonces tenía 20 años. Ahora no comparto con los reinados, sé que hay otras formas de ayudar.
¿Cuándo decidió ser periodista?
Estuvo desde siempre en mí. Lo traigo desde el vientre, lo soñé o pensé. En reuniones familiares agarraba el palo de la escoba y hacía discursos, dirigía la fiesta. Estaba siempre al frente de esas cosas. Mis tíos me decían: ¿dónde está la periodista?
¿O sea que tuvo el apoyo de su familia?
Desde siempre. Aunque mi madre quería que su primera hija fuera médico, pero siempre le dije: seré periodista en la televisión (...) Ella al principio tenía temor de que no cumpliera mi sueño y que el título quede debajo de la cama. Es un tema súper sensible, independiente de mi color de piel. Siempre me ha aconsejado, por eso tengo una personalidad bien marcada.
¿En algún momento ha habido discriminación?
Mi mamá siempre me dijo que habrá 10 chicas blancas por una negra. Tal vez te van a querer discriminar, pero debes decir no es conmigo y no sentirte mal. De pronto alguien sí lo ha intentado, pero no lo recuerdo. No le he dado importancia (...) Insegura no me he sentido nunca, no porque sea egocéntrica. Soy una mujer sencilla, me quiero como soy. Cada quien tiene su propia estrella que le permite brillar.
CAMINO A LA CIMA
¿Cómo fueron Sus inicios en televisión?
Era presentadora de un programa de música los sábados por la noche. Lo conducía con Frixon Angulo (Marimba). En esa época estaba estudiando, no me hablaron de un sueldo ni nada y bueno lo único que quería era aprender. Me encargaba de mi pelo y de mi ropa. Luego una chica de una revista familiar no podía ir y me preguntaron si podía. Tenía que madrugar. Fue la primera vez que aparecí en ese horario y nunca más me aparté de la televisión. Estuve ocho años en Marvisión.
¿Cómo llegó a Quito?
Había tenido algunas propuestas, pero en ese momento no las había aceptado. Me habían ofrecido ser corresponsal de Teleamazonas, pero para eso se necesita inversión en equipos. (...) Hasta que un día me llamó Milton Pérez. Llegué un viernes y pensé que era para una prueba, pero me dijo: “el lunes empiezas”. Cuando eres de provincia siempre sueñas con estar en un canal nacional.
¿Pensó que todo sería tan rápido? ¿y cómo lo tomaron en el canal de Esmeraldas?
Nunca renuncié ni les dije que iba a una entrevista. Así que me tocó regresar y hacerlo. Me hicieron una despedida. Luego todo se dio en Quito, fue mágico. Ahora ya son 6 años de caminar por las calles de esta maravillosa ciudad que me abrió sus puertas. Hoy me sé los nombres de sus calles, sus historias, leyendas, conozco sus monumentos y sus plazas.
¿Tenía a dónde llegar?
Tenía un primo que vivía en Carapungo y me mudé con él.
¿Y cómo fue esa experiencia?
Horrible. En el canal me dijeron que el lunes tenía que estar a las seis de la mañana porque habían contratado un profesor para mí, para que tuviera un hablado neutro. Fueron muy generosos conmigo desde el principio. Tomé un taxi y llovía, toda guapísima con tacos, llegué a las ocho. Me quería morir. Al día siguiente me levanté más temprano, pero tampoco llegué a la hora que debía. Me dije esto no va conmigo, así que me mudé a un hotel cerquita del canal.
¿Le llamaron la atención por los atrasos?
En ese momento no, pero después de un tiempo el jefe me dijo: “pensé que nos habíamos equivocado contigo por tus conductas del principio”. Me tomó un buen tiempo aprender a medir las distancias. En Esmeraldas todo queda a 10 minutos.
¿Después de esos tropiezos, hoy cómo se define profesionalmente?
Me considero una comunicadora social que no conoce barreras de ningún tipo. Practico un periodismo responsable, crítico, verídico y contrastado. Considero que los periodistas no somos héroes, pero sí la esperanza de mucha gente.
¿En algún momento se ha sentido sola en Quito?
Mi familia va y viene todo el tiempo. Además, mis compañeros y jefes también son como una familia para mí. Saben que no tengo a los míos acá y han sabido cubrir ese espacio. Siempre están pendientes de mí; cuando estoy enferma o quizá no contesto el teléfono, casi que me mandan a buscar a la casa por si me ha pasado algo.
¿Siempre ha dicho que está muy agradecida con tu familia por lo que es usted ahora, pero a quién más le gustaría agradecer?
A quien le debo mi gran salto a la televisión nacional es a mi amigo y gran jefe Milton Pérez. Es un caza talentos (risas).
SUEÑOS Y RETOS
¿Cómo se define?
Tengo que resaltar que soy muy esmeraldeña. Sé entonar la marimba y también bailarla, y hacer encocado. Traigo en mi sangre la gran herencia ancestral de la medicina de la abuela, de las leyendas afro. Actualmente, decidí dejar a un lado el alisado y llevar mi pelo natural, con mis churos, para que hablen de mi historia y color de piel. Todas esas cosas que me llenan de orgullo.
Dejando el lado profesional ¿cuáles son sus sueños?
Tengo un novio estable, de mucho años. No tengo tan cerca la idea de tener hijos. La situación es compleja ahora y no sé si sea adecuado traer más personas a este mundo para sufrir. Sin embargo, no me cierro a esa posibilidad ni niego el tema.
¿Cuáles son sus hobbies?
En mi adolescencia era atleta, velocista. Ahora voy al gimnasio, también descubrí mi amor por la montaña y los retos de altura. Antes cuando llegaba a Quito me dolía el estómago, hoy ya no tengo ese problema, me curé.
¿Qué le gusta comer?
Tengo la buena sazón de mi abuelita y de mi mamá. Como muchas verduras, muy sano. Mi plato estrella es el encocado. También preparo ceviches.
En sus gustos personales ¿cuáles se destacan?
Me gusta mucho la música, especialmente la salsa romántica. También el deporte. Soy barcelonista, la amarilla es mi otra pasión.
MÁS DE ELLA
A Hellen le gustan mucho los animales. En su infancia convivió con perros, gallinas y otros animales de campo.
Al momento no tiene mascotas porque no cuenta con el tiempo ni el espacio para hacerse cargo de un animalito.
Ha vivido en varios puntos de la ciudad, desde San Juan hasta Cotocollao. También ha compartido departamento con varias amigas (una muy fiestera y otra en extremo ordenada). Hoy prefiere vivir sola.
Adora a sus tres sobrinos. April, la última, es la más mimada de la familia.
Producción: Karina Defas
Colaboración
Locación: Hotel Quito / (IG @hotelquito.com.ec )