La gente que vive en el conjunto donde hubo un secuestro en El Bosque, norte de Quito, mira con desconfianza a los extraños. Y no es para menos, ya que cuatro camionetas con más de 11 sujetos irrumpieron la entrada del lugar para llevarse a uno de sus residentes.

Han pasado cinco días y el temor no se va. “Yo supe lo que sucedió porque una sobrina vive por aquí, pero no sé en qué terminó todo”, contó un taxista que estaba parqueado en el sector.

El hecho se viralizó en redes sociales. Los tipos, luego de llevarse a su víctima, obligaron a que les pagaran para liberarlo: el afectado tuvo que autorizar que su familia desembolsara cerca de 10 mil dólares.

Con el pago, el hombre fue abandonado cerca de la Mitad del Mundo, en el norte de Quito. Desde entonces, todo ha sido hermetismo.

MODALIDAD CONOCIDA

Kléber Carrión, analista en temas de seguridad y uno de los fundadores de la Unidad Antisecuestros y Extorsión (Unase), explica que esta forma de actuar se la ha visto en Santo Domingo de los Tsáchilas.

“Se nota que es una modalidad que está empezando a ‘exportarse’ a otras provincias. Y estoy seguro que llegará a sitios donde hay una relativa seguridad”, afirma.

Agrega que el secuestro está teniendo una evolución: no solo es un delito de planificación, sino de oportunidad. Y dentro de ello, los delincuentes están cambiando su forma de operar.

Según el especialista, si hace un tiempo los criminales usaban solamente uno o dos vehículos para secuestrar, ahora lo hacen con más automóviles y mucho más compinches.

¿Para qué? Esto con el fin de pedir una mayor cantidad de dinero para la liberación de las víctimas. “Es como si se tratara de una industria del secuestro. Entre más logística utilizan las bandas criminales, mayores serán sus ‘gastos’, por así decirlo”, acota Carrión.

LOS PELIGROS

Pero cuando esto suceda frecuentemente, existirá un peligro. A decir del experto en seguridad, los delincuentes siempre quieren ganar porque ahora ellos no siguen al menos un código de conducta en sus actividades ilícitas.

“Entonces lo que puede verse es que si los criminales se dan cuenta que las víctimas no tienen el poder adquisitivo para pagar una liberación, empezarán a matarlos”, vaticina Carrión.

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