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Quito: La casera que vende helados y enseña sobre literatura
Conocida como la ‘licen’ en el bulevar Santa Clara de Sangolquí, vende postres de frutas artesanales y habla de libros
Aunque su negocio funciona los fines de semana y feriados, Rosa Vizuete está preparando sus helados todos los días. “Siempre estoy buscando frutas y los mejores productos”, cuenta.
Cada persona que se acerca a su carpa se refiere a ella como la ‘licen’ porque hasta hace unos años era la encargada de educar a los niños y adolescentes de Sangolquí en lenguaje y literatura.
“Ya me jubilé, pero siempre tuve gusto por hacer postres y ahí iba experimentando”, relata la mujer de 74 años.
De a poco fue perfeccionando su técnica y decidió dedicarse de lleno a darle su toque personal a los helados. “Ahora también hago helados de michelada y de sal. Esos son sabores nuevos”, comenta.
Amante de la lectura
A pesar de que ya no da clases de literatura, los libros siguen siendo sus mejores compañeros. “La lectura es mi pasión desde que era niña. Mi padre me la inculcó y a él mi abuelo”, recuerda.
Sus libros favoritos, que ha releído varias veces, son: ‘Mi planta de naranja lima’, ‘Cien años de soledad’ y ‘Don Quijote de la Mancha’. “Me gustan mucho los libros de Fiódor Dostoyevski”, expresa.
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Eso sí, cuando alguien le pregunta por su trabajo se ‘embala’. Recomienda lecturas y analiza hasta series de televisión. “Por ejemplo, la adaptación de ‘Cien años de soledad’ estuvo buena, aunque yo me quedo con el libro. En el cine no se alcanza a ver todos los detalles que el autor pone en el texto”, explica.
La ‘licen’ comenta que no hay mejor combinación que leer algo en el parque con un helado en mano. “Para una mujer jubilada no hay mejor plan”, agrega.
Los días de ‘camello’
Ya que el bulevar Santa Clara, ubicado en el centro de Sangolquí, cantón vecino de la capital, se llena de gente solo los fines de semana, esos son los días en los que ella aprovecha para vender sus helados. “A mí me da ilusión que lleguen esos días porque me distraigo y veo a los niños”, expresa.
Pero no sale sola, una nieta política la acompaña y la ayuda con las labores. “También ayudo a vender, pero la estrella del negocio es ella. Le pone sabor a todo”, finaliza.
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