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Hubo personas que construyeron casas en las veredas para los abandonados.HENRY LAPO

¡Perros ‘guardianes’ sin dueños!

La inseguridad es una razón para que la gente tenga estos animales; sin embargo, los dejan sueltos en el día. A ellos se suman los abandonados. 

Ya es costumbre ver a perros caminando en manadas por las calles de Atucucho, en el norte de Quito. Estos, según los dirigentes de aquel barrio, suman unos 12.000.

Luis Khipo, presidente del sector, cuenta que la pandemia ha agravado el problema en esta zona, en la que viven 25.000 personas. Decenas de familias se quedaron sin recursos y abandonaron a sus mascotas. “Algunos simplemente no les volvieron a abrir las puertas de sus casas”, dice.

Pero esta problemática tiene, según los moradores, otras aristas, entre ellas la inseguridad. “Algunos tienen mascotas para que ahuyenten a los ladrones”, comenta Rosa Guerrero, una de las habitantes.

Los robos a viviendas también son un ‘pan de cada día’ porque los vecinos deben salir a trabajar. Ellos dejan, por lo general, el cuidado de los inmuebles a sus perros. “No tenemos recursos para poner alarmas comunitarias. Este es un barrio popular”, agrega.

La pobreza es otra de las causas para el aumento acelerado de canes en el sector. “Una esterilización cuesta unos 20 dólares”, comenta Khipo.

La mayoría de familias no tiene ese dinero para evitar que se sigan reproduciendo. Ante esto, hace un par de semanas, la Fundación Camino a Casa realizó una esterilización masiva de mascotas. Los vecinos hicieron fila desde las tres de la madrugada y se lograron intervenir a unos 250 canes. No fue suficiente.

“Nosotros estimamos que son unos 7.000 callejeros, pero debe haber más”, comenta Cristina Calderón, representante de la entidad.

Las consecuencias

Por las noches se puede escuchar el llanto de los perritos abandonados en las calles, que son el 40 % de la población. “El resto son mascotas que tienen casa, pero que los dejan afuera en el día”, explica Marcelo Jácome, otro dirigente de Atucucho.

Andan por la calle, se pelean, muerden, y nadie responde por ellos.HENRY LAPO

No tienen comida ni agua, por lo que, movidos por el hambre, rompen fundas de basura para encontrar algo. “Ellos no tienen la culpa, son sus instintos”, insiste Jácome.

Algunos residentes han optado por dejar las bolsas de desechos colgadas de las paredes, pero también hay quienes sacan los desperdicios a cualquier hora y las calles se ensucian. “Es cuestión de responsabilidad propia”, reclama Khipo.

Además, algunos perros se vuelven agresivos. La gente puede correr peligro si estos merodean el sector sin correas ni bozales.

Por ahora se prevé hacer otra jornada de esterilización en las próximas semanas, pero enfocada a los canes que no tienen dueños. “Estamos coordinando con voluntarios que nos ayuden a coger a los callejeros”, concluye Jácome.