Exclusivo
Actualidad

El experto en temas paranormales dice que este edificio está ubicado en una de las zonas con más carga energética de la ciudad.RENE FRAGA

¡La monja fantasma deambula por un museo de Quito!

Diario EXTRA acompañó a un investigador para evidenciar sucesos paranormales en un centro de arte. En el lugar, al parecer, hay almas en pena. 

En el sector de San Juan, centro de Quito, había un sanatorio –hacía 1900– al cual llegaba la mayoría de pacientes de la pandemia provocada por la fiebre amarilla, la tuberculosis y la gripe española. Según registros de la Cruz Roja, murió casi la cuarta parte de la población capitalina de ese entonces.

Desde 2009 se iniciaron trabajos de remodelación en este lugar y ahora funciona el Centro de Arte Contemporáneo (CAC). Los visitantes del museo, trabajadores e investigadores afirman que en algunas de sus áreas se registran eventos paranormales.

Uno de los lugares ‘más pesados’ es un pasillo que, en el siglo pasado, unía a la sala de cuidados intensivos con la capilla y la morgue.

José Jiménez, parte del equipo educativo del museo, explica que cuando moría un paciente “le hacían la misa en ese momento y luego lo mandaban al anfiteatro”. Añade que había una plataforma que servía como resbaladera para arrojar los cuerpos del segundo al primer piso y evitar contagios en el personal de salud.

Ricardo Mera, parapsicólogo e investigador paranormal, camina lentamente por las tablas de dicho pasillo. Se detiene. Saca un péndulo formado por una cadena de plata y cerámica. Según él, siente la presencia de un ente de otro mundo. Es femenino, dice.

Jiménez le comenta a Mera que en ese lugar visitantes han presenciado el fantasma de una monja. El parapsicólogo se sorprende, mira al techo y recuerda que en ese mismo sitio, cuando la propiedad era abandonada, registró fotografías con espectros luminosos y una psicofonía en la que una mujer le decía: “Mírame”.

Luego de aquel día, el experto dice que los habitantes de calle que ocupaban el edificio taparon su acceso porque decían que la voz de aquella mujer no cesaba.

Ante este contexto, Mera explica que existe una impregnación psíquica en el lugar por los acontecimientos que han ocurrido ahí. “Se los suele llamar sitios que guardan historias de lamentos”.

En el caso de la monja, el experto menciona que puede tratarse del espíritu de una mujer que, al ser religiosa y creer en la vida después de la muerte, su alma decidió quedarse por el dolor que vio en los pacientes y “eso pretende transmitir a la gente. O quizás regresó a completar algo”.

Mera continúa con su ‘travesía paranormal’ dentro del CAC y cuando pasa por una habitación que queda hacia la avenida Luis Dávila siente que el péndulo se detiene apuntando el centro de una habitación en la que está la tapa de una alcantarilla.

Esta foto la registró Mera en el 2008. Según él, las luces son espectros de otra dimensión.Cortesía

El experto argumenta que esto sucede cuando en ese lugar están enterrados restos humanos o funcionaba algún cementerio. Jiménez le aclara que en ese sitio se cavó una fosa común para arrojar los cuerpos sin vida que no podían ser velados ni enterrados.

Curación y hermetismo

El guía afirma que por los constantes eventos paranormales evidenciados ahí, en 2016, una comitiva de espiritualidad conformada por personas de varias disciplinas y religiones realizó una limpia para sacar las malas vibras. Sin embargo, comenta que no se han ido completamente.

En 2019, cuando realizaban una exposición artística en la que utilizaban espejos, una viga se cayó en parte de la estructura y tuvieron que suspenderla. Ese lugar está inhabilitado hasta la fecha y es uno de los pocos que no ha sido remodelado por las autoridades.

Ante este hecho, Mera dice que los espejos son portales a otras dimensiones y pueden ser utilizados por entes para llamar la atención. “Quizás en ese lugar hay un espectro que no quiere compañía”.

Jiménez añade que el último evento paranormal lo vivió el año pasado mientras una de sus compañeras explicaba a un grupo de infantes sobre la historia del sitio. Mientras todos los alumnos atendían, un niño se salió del grupo y se puso a conversar solo. Jiménez le dijo que atendiera a la charla y el pequeño respondió: “Estoy jugando con mi amigo”.