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“Se me destrozó la vida”: El dolor de una madre que perdió a su hijo en un brutal crimen
Las partes de Greison Jesús Pineda Valero fueron metidas en una maleta y en un saco de yute. Hasta el momento, solo una mujer fue detenida
Zunilda del Carmen Valero Sánchez salió de Ecuador rumbo a su natal Venezuela para cuidar a su madre, quien por la edad está perdiendo la vista. “Cuando atiendo a mi mamá, me distraigo y no pienso mucho en esta pena que llevaré toda mi vida”, suelta con dolor.
Zunilda, de 47 años, carga la desdicha de haber perdido a su hijo Greison Jesús Pineda Valero de la forma más cruel: lo descuartizaron, metieron sus partes en una maleta y una funda, abandonándolas en la calle Yanacona, San Enrique de Velasco, norte de Quito.
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Este 2 de noviembre, Día de Difuntos, su madre le rendiría un homenaje en el cementerio de Zulia, territorio venezolano, donde reposan sus cenizas en la tumba de su padre. “Le juro que no sé qué hizo mi hijo para que lo mataran de esa manera”, lamentó en entrevista con EXTRA. Rememoró cómo su vástago llegó a Ecuador, donde hizo su vida hasta este trágico final.
Pasión por la barbería
Zunilda tuvo cuatro hijas y su único varón era Greison. “Él era mi toñeco (consentido). Desde muy pequeñito tuvo un gran corazón, al punto de que dejaba de comer para dárselo a quien lo necesitara”, destacó la mujer en sollozos.
Cuando el muchacho cumplió 10 años, él, su madre y sus hermanas perdieron su casa porque el Gobierno se las quitó. Fueron a vivir en un refugio, donde Greison mostró su pasión: le gustaba el oficio de barbero.
“Él miraba tutoriales en Internet y les cortaba el cabello a los niños (de aquel refugio). Lo hacía mal, pero era porque recién empezaba”, contó entre risas. Sus hijas habían migrado a Ecuador y una de ellas apoyó a su hermano enviándole dinero para que siguiera un curso de peluquería.
Pero Greison no lo completó y a los cuatro meses abandonó el estudio. Pasaron los años y aprendió el oficio de forma práctica. “Era bueno haciendo figuras en el cabello de los clientes. Hacía estrellas, rayas y demás dibujos, y la gente lo solicitaba mucho”.
Su llegada a Ecuador
A los 15 años, Greison y su madre viajaron desde Zulia a Shushufindi, en Sucumbíos, donde reside una de sus hijas. “Ella hizo su vida acá y decidimos visitarla porque no la habíamos visto”.
Ambos estuvieron en Ecuador seis meses y luego regresaron a Venezuela, pero el chico se había entusiasmado por la Amazonía y volvió cuando tuvo 16. En Shushufindi, un compatriota lo ‘reclutó’ para que trabajara en una barbería, lo que emocionó al pequeño extranjero.
Tres años más tarde, Greison abandonó el Oriente y se estableció en Cotocollao, norte de Quito, junto con su madre. “Yo trabajaba en una panadería y él, en una barbería. Cuando yo me enfermaba, mi hijo me ayudaba, me cocinaba, me cuidaba. Era como un esposo muy cariñoso”.
En febrero de este año, Zunilda sufrió una neumonía porque el frío capitalino le afectó. Decidió irse a vivir a Babahoyo, Los Ríos, con otra de sus hijas. “Le dije a mi hijo que me iba porque debía curarme”. Greison se fue a vivir con un amigo también venezolano. Zunilda le dejó su cocina, un colchón y otros utensilios para que Greison se ayudara, siendo esa separación el preludio de la desgracia.
El trágico final
En la investigación del crimen a la que EXTRA accedió, se recogió la versión del ‘pana’ con el que Greison vivía. Él dijo a la Policía que abandonó la casa porque el barbero llevaba “personas que estaban armadas y vendían droga”. Aconsejó a la víctima que se alejara de ellos, pero al parecer no le hizo caso.
El 14 de marzo de este año, Greison fue detenido con 15 fundas de marihuana, según el parte policial. En esa fecha, Zunilda debía hacerse una tomografía y viajó desde Babahoyo hacia Quito. “Me haría los exámenes allá para luego irme a Shushufindi”, relató.
Pero ese día, su hijo le llamó para decirle que estaba preso. “Fue horrible verlo esposado por primera vez”, relató la mujer. En la audiencia, la Fiscalía no le formuló cargos y fue liberado. Zunilda abrazó fuerte a su hijo, pero lo regañó y, antes de viajar a Shushufindi, le rogó que no cayera en malos pasos. Esa fue la última vez que lo vio con vida.
Desde entonces, madre e hijo se escribían o se hacían videollamadas hasta antes del crimen. “En una ocasión discutimos porque él me pidió que lo ayudara para pagar el arriendo, pero como no le di, se enojó y me colgó la llamada”.
La tarde del 20 de abril, él se contactó con su hermana vía telefónica, pelearon y desde ahí no supieron nada hasta que un policía llamó a Zunilda dos días después. “Me dijo que habían encontrado un cadáver y que no estaban seguros de si era mi hijo. El agente me pidió una foto”.
La mujer tomó un bus en Shushufindi y llegó a la morgue de la Policía en Quito junto con sus hijas. Las hermanas de la víctima lo reconocieron por los tatuajes: la imagen de Medusa en la mano izquierda, las de una máquina y unas tijeras, y la palabra “Fe”. “Mis hijas no querían dejarme verlo, pero yo tenía que hacerlo para creerlo. Así se me destrozó la vida”, lamentó.
El viaje de despedida
Zunilda no tenía dinero para llevarse el cadáver a Venezuela y decidió cremarlo. Sus cenizas las pusieron en un cofre y viajó a Venezuela hasta Bobure, en Zulia, donde se lo contó todo a la abuela de Greison. “Le hicimos un velorio como si fuera de cuerpo presente. Luego lo trasladamos y sepultamos en la tumba de su papá, que murió hace tiempo”, explicó la progenitora, quien no sabe cómo está la situación judicial del caso de la víctima.
“Solo sé que hay una ‘chama’ detenida y el otro se había escapado. No he preguntado nada más porque me pongo mal”. Según la investigación, Greison habría sido asesinado el 21 de abril, en una fiesta en la casa donde residía, en la calle Malearte, a 4 kilómetros de la calle Yanacona, zona en la que fueron abandonados los restos un día después.
La información precisa que la víctima entró al departamento de María Belén Rodríguez Torres y Ronny Ibrahim Vera Brayes. Durante la fiesta se oyeron gritos, pero alguien elevaba la música para aplacarlos, confesó otro amigo de Greison que vivía en ese mismo inmueble.
El 23 de abril ambos huyeron y con las pruebas de luminol se comprobó que Greison, que iba a cumplir 20 años en junio, fue asesinado en ese apartamento. El 28 de agosto, Rodríguez Torres fue detenida en el barrio Gran Colombia, en El Oro, y Vera Brayes sigue prófugo.
“Caiga quien caiga, a mi hijo nadie me lo va a regresar. Lo único que le pido a Dios es que le dé el descanso porque yo sé que él no está descansando en paz”, finalizó Zunilda, que lo único que conservó de Greison son sus fotos y recuerdos.
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