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El otro lado de la pandemia: ecuatorianos 'peloteados' en EE.UU., España e Italia
Ecuatorianos cuentas las peripecias que viven en otros países al estar desempleados.
La crisis sanitaria por la pandemia de COVID-19 no solo ha dejado fallecidos a nivel mundial, también ha causado un cataclismo económico por el cierre de empresas, lo que ha dejado a millones de personas desempleadas. Compatriotas que emigraron a otras naciones en busca de un mejor porvenir también sufren los efectos de la crisis financiera. Pero aún así, no quieren volver a Ecuador.
EXTRA recogió la historia de cuatro ecuatorianos, que residen en Estados Unidos, España e Italia, tres de los países más golpeados por la pandemia, para contar no solo cómo enfrentan la emergencia por el coronavirus, sino también el hecho de estar sin ‘camello’.
EN PAUSA EL SUEÑO AMERICANO
la familia Barragán-Criollo resiste con el seguro de desempleo que el gobierno de Estados Unidos entrega. Pese a la crisis, no quieren volver a Ecuador.
Los tres meses de confinamiento en Estados Unidos por causa de la pandemia de COVID-19 ha golpeado duramente la economía y provocado el desempleo de 20,5 millones de habitantes. Los ecuatorianos que fueron en busca del ‘sueño americano’ también sufren los estragos de la crisis generada mundial.
Hace cuatro años y tres meses, los compatriotas Manuel Amadeo Barragán Anchundia y Glenda Raquel Criollo Cobo, junto con sus dos hijos de 21 y 13 años, emprendieron un viaje hacia ese país en busca de un mejor porvenir.Sin embargo, el coronavirus, que desde marzo pasado paralizó las actividades económicas en esta nación, los dejó sin empleo.
Glenda es doctora y en Ecuador laboró para el Ministerio de Salud y en una clínica privada. Manuel tenía en Guayaquil un taller en el que enderezaba y pintaba autos. Tras viajar, establecieron su residencia en Brooklin, uno de los cinco distritos de Nueva York, ciudad que suma ya 402.021 casos confirmados y 30.741 fallecidos.
Hasta hace tres meses, Manuel trabajaba en una empresa de asbesto (encargada de la demolición de estructuras como casas y edificios) y Glenda lo hacía en un centro de recreación para adultos mayores. Ahora en su hogar hay incertidumbre porque perdieron sus empleos.
“Aquí las rentas son muy caras, pagamos 1.800 dólares por el departamentos donde vivimos, más servicios básicos. Lo que nos ha ayudado bastante es que el alcalde (Bill de Blasio) y el gobernador (Andrew Cuomo) dijeron que los dueños de casa no pueden botar a sus inquilinos. Ahora vivimos con el seguro para desempleados de mi esposo (unos 400 dólares) y eso es menos de la mitad de un sueldo. Yo trabajaba bajo servicios prestados y no gozo de ese beneficio”, cuenta Criollo.
Deben dos meses de arriendo y recién se están poniendo al día.
Aun así, pese al panorama desalentador, los compatriotas no miran hacia Ecuador como un salvavidas. Se niegan a volver. Aguantarán esta época de recesión, aseguran, pero de la Yoni nadie los mueve.
SIN 'LAVORO' Y ENDEUDADO
El guayaquileño trabajaba como DJ, pero al cerrar los negocios se quedó ‘a pie’.
Más de la mitad de su vida, el guayaquileño Gustavo Wilfrido Chimbolema Chela, de 42 años, ha residido en Génova, la capital de la región italiana de Liguria, donde han fallecido más de 1.500 personas a causa de la pandemia.
En esta ciudad conoció a la madre de sus dos hijos y formó una familia. Sin embargo, el brote del coronavirus ha puesto ‘patas arriba’ su vida laboral y ahora atraviesa una difícil situación económica, ya que desde el pasado 8 de marzo, a consecuencia de las medidas sanitarias aplicadas, está desempleado.
Gustavo es conocido artísticamente como el ‘Maestro Willy Willy’ y trabajaba como DJ en un bar-discoteca de Génova, pero además se ganaba un dinerito extra organizando eventos. Sin embargo, el cierre de estos negocios por la emergencia lo ha dejado sin ‘lavoro’, como se dice allá.
“Emigré en 1992 porque en Ecuador pasábamos una mala época económica y mis padres me enviaron a Italia cuando apenas tenía 18 años. Ellos son oriundos de Guaranda, pero desde antes de que yo naciera se asentaron en Guayaquil. Vivíamos en la cooperativa Unión de Bananeros, en el Guasmo Sur”, recuerda.
Gustavo desconoce cuál será su futuro. El desempleo ha golpeado tan fuerte a Italia, especialmente a los migrantes, que parece una locura pensar en reactivar su trabajo como DJ y organizando eventos para latinoamericanos residentes en este país, ya que seguirán prohibidas las fiestas.
Cuenta que la aparición del virus fue un duro golpe para la economía de sus residentes. Y tiene razón: Italia perderá 500.000 puestos de trabajo en 2020 como consecuencia de la crisis del coronavirus, estimó el mes pasado la Agencia Nacional de Políticas Activas de Empleo (Anpal).
Él tiene todos sus documentos al día y ha recibido ayuda del Estado, pero eso solo le ha alcanzado para comprar los alimentos.
Recalca que en Italia la crisis sanitaria se siente desde hace más de tres meses y esto ha provocado la falta de ingresos, por lo que ahora adeuda el alquiler de la residencia donde vive, la pensión que entrega a las madres de sus hijos y los gastos de sus tarjetas de crédito.
Pero aún, pese a estar ‘chiro’, Chimbolema tiene ‘la película clara’: no abandonará Italia porque allá están sus hijos y no podría regresarse sin ellos. Y, sobre todo, porque está seguro de que aquí, en Ecuador, tendría menos oportunidades de conseguir un trabajo.
“Tengo la esperanza de que muy pronto los negocios reabran y yo vuelva a tener mi empleo en Génova”, dice Willy Willy.
PADECE EL 'MAL' DEL VIRUS
En España, el coronavirus provocó el cierre de colegios y asilos, lo que dejó sin empleo al coterráneo.
desde el 14 de marzo pasado, la crisis por el coronavirus tiene al ecuatoriano Henry Luis Gómez Zambrano, de 29 años, en un limbo laboral. Hace casi dos décadas abandonó su tierra natal y junto a sus padres emigró a España en busca de una mejor vida, pero la pandemia lo dejó sin empleo.
Henry es el segundo de tres hermanos y oriundo del cantón Quevedo, provincia de Los Ríos. Viajó al país europeo cuando tenía nueve años.
Él y sus seres queridos se asentaron en Barcelona, capital de Cataluña, en el noreste de España, país donde los casos de personas diagnosticadas con COVID-19 superan los 243.209 y los fallecidos son más de 27.136.
Hace más de cinco años comenzó a laborar para una empresa de catering (servicio de alimentación institucional o colectiva), dando servicio a escuelas, colegios y asilos. Sin embargo, desde hace tres meses está sin ‘camello’ por la falta de actividad lectiva presencial y el hecho de que los asilos no permitan el ingreso de comida.
Henry y su esposa tienen tres hijos. Como ahora él está desempleado, los gastos son cubiertos por su cónyuge, una ecuatoriana que se radicó en España hace más de veinte años.
“Hemos reducido los gastos mensuales, intentamos comprar lo necesario y no podemos darnos los gustos de antes. Ahora mi esposa asume lo que se compra para el hogar, pero con un solo sueldo es difícil sobrevivir. Recibimos ayuda de familiares”, relata.
¿Y de volver a Ecuador? Ni pensarlo. Henry asegura que a pesar de la crisis económica que vive en España, a su tierra natal “solo volvería de visita”, pues su vida está hecha en la Madre Patria y “en caso de regresar a mi país” tendría menos oportunidades de encontrar trabajo.