Loja y Azuay enfrentan desafíos críticos ante la naturaleza. En la primera provincia, un incendio forestal ha arrasado más de 4.000 hectáreas, dejando a familias en la ruina y poniendo en peligro el ecosistema del Parque Nacional Podocarpus, mientras que en la capital azuaya, el Parque Nacional Cajas atraviesa por el peor desastre ambiental de la historia, pues el fuego ha destruido más de 5.000 hectáreas.

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A estos problemas se suma la sequía, lo que ha llevado a cientos de fieles, en Cuenca, a realizar una procesión encabezada por la imagen del Señor de Girón, buscando en la fe una solución para la falta de lluvia.

En San Pedro de Vilcabamba, en Loja, se ha informado que el fuego ya estaría controlado, pero las consecuencias económicas y sociales serían devastadoras.

Pérdidas millonarias

Jimmy Toledo, presidente de la Junta Parroquial de San Pedro de Vilcabamba, detalló que las pérdidas ascienden a más de tres millones de dólares. “Las familias han quedado con las manos vacías, viendo cómo el fuego devoró su esfuerzo de años”, lamentó. Además, mencionó que se reportó la muerte de colmenas de abejas y el daño a animales que eran el sustento principal de muchas familias.

Uno de los afectados es don Miguel Mosquera, quien vive un drama personal con sus ocho vacas, severamente quemadas, y la pérdida de pastizales que servían para alimentarlas. “Si pierdo mis vacas, lo pierdo todo”, expresó con desconsuelo.

El incendio también amenaza al Parque Nacional Podocarpus, un importante reservorio de biodiversidad en el sur del país.

‘Camello’ duro

Equipos de bomberos y comuneros han trabajado intensamente, pese a las duras condiciones. Diego Benavides, médico voluntario, informó que ha atendido a más de 60 personas afectadas por el humo y el calor extremo.

La comunidad espera con urgencia apoyo estatal para la recuperación de terrenos, reforestación y asistencia para las familias afectadas.

Clamor por lluvias

Ayer por la mañana, los fieles azuayos se reunieron en una procesión para que sus ruegos sean escuchados. Con la imagen del Señor de Girón a la cabeza, el recorrido comenzó en la iglesia del cantón Girón con una eucaristía y plegarias por la lluvia. Luego, se movilizaron hacia Cuenca, realizando paradas para oraciones en puntos significativos, como el Templete Portete de Tarqui, la Y de Tarqui y el Parador de la Montaña.

Al llegar a la capital azuaya, la procesión continuó hacia el templo de Nuestra Señora de Fátima y posteriormente a la iglesia de San Roque. Finalmente, la imagen fue trasladada hasta la Catedral de La Inmaculada, donde monseñor Marcos Pérez, arzobispo de Cuenca, ofició una misa en un acto cargado de fe y esperanza.

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