Exclusivo
Actualidad
Un crimen resuelto en familia
Yadira Narváez fue asesinada en la casa que arrendaba con su nueva pareja, en Ibarra, Imbabura. Al desaparecer, la familia de su exmarido investigó y dio con su cadáver.
La imagen de Yadira Narváez, de 28 años, jugando fútbol, trepando árboles para coger guabas o caminando junto a su hijo, será difícil de borrar de la mente de sus seres queridos. Ha pasado un mes desde que la hallaron muerta y enterrada en la casa que arrendaba en el barrio 10 de Agosto, en Ibarra, Imbabura, y sus parientes la tienen más presente que antes del crimen.
Fue tanto el cariño que le tenían, que estas personas tuvieron un papel importante para hallar su cadáver luego de que desapareció el 10 de julio pasado.
EXTRA les trae la historia de cuatro de ellos, quienes se convirtieron en detectives y que incluso se aseguraron de que los sospechosos fueran detenidos: el nuevo esposo de Yadira, el hermano de él y una prima de ambos.
La organizadora
Fabiola Puetate, exsuegra de Yadira, encabezó la búsqueda de la joven, quien llegó a su vida cuando apenas tenía 14 años. “Ella y mi hijo vivieron juntos durante siete años, pero luego se separaron. Pero eso no importó, porque nosotros siempre seguimos en contacto con ella”.
Dice que la crio como a una hija. Que por eso le duele lo que pasó y llora. Recobra fuerzas para recordar la fatídica fecha.
“A las 09:00 del 9 de julio, a mi nietito (hijo de Yadira) le hicimos bautizar. Luego fuimos a comer por la laguna de Yahuarcocha”. En la tarde, en cambio, hizo la confirmación otro nieto de Fabiola, por lo que en la noche harían una reunión.
Yadira llegó a las 19:00. “Bailamos y tomamos un poquito, pero nadie se emborrachó”, dice. A la medianoche se fue, junto a su hijo, a la casa de su madre Aurora Imbaquingo. Pero a la 01:00, su esposo David Suango, a quien Yadira conoció durante el bachillerato intensivo, la fue a buscar. Y ahí empezó el suplicio.
“Amanecimos con dos tristes noticias. Un yerno mío había muerto luego de caerse de cabeza. Y la Yadi había desaparecido”. Fue en ese momento que llamó a David, pero él le dijo que ella había salido de casa, a las 06:00 del 10 de julio, y no sabía de su paradero.
Fabiola timbró al teléfono de Yadira, pero no respondió. Al tiempo, el hijo de la desaparecida quedó a cargo de su abuela materna, luego de que su padrastro se lo entregara. “Ella siempre contestaba una llamada. Siempre. Y nunca dejaba botado a mi nieto. Eso ya me hizo sospechar”. Al siguiente día, decidió organizar a su familia para buscarla.
El presentimiento
Llegó el lunes 11 de julio y Yadira no aparecía. Y mientras la buscaban, su madre cuidaba a su nieto sin dejar de pensar en su hija, que era costurera. “Ella siempre fue una muchacha muy disciplinada. Su vida la regía con una rectitud digna de admirar”.
Aurora estuvo acompañada por la familia de su exyerno durante el segundo día de la desaparición. Esa fecha decidió llamar por teléfono nuevamente a David. “Le pregunté que dónde estaba (Yadira) y él dijo que se había ido a tomar. Pero ella nunca ha bebido”.
Las sospechas se hicieron más fuertes y decidió grabarlo durante la conversación. Fue en ese momento que el sujeto dijo algo que la alarmó: “Verá, ‘señito’, con todo respeto, yo no quiero que a usted le metan cizaña y quiera meterme una denuncia por femicidio”, afirmó el hombre.
Con esa declaración, la mamá de la joven y otros parientes acudieron a Fiscalía para denunciar su desaparición.
Mientras eso ocurría, David y su hermano Kevin, junto a su prima Cinthia Ojeda y otras personas más, desocupaban el departamento donde vivía Yadira, en el barrio 10 de Agosto. Se iban a una casa que el sospechoso ya había arrendado.
La familia de Yadira lo descubrió cuando fueron a la vivienda y se había llevado gran parte de las cosas a otro lugar en un sector llamado Los Soles (a 40 minutos de viaje en auto). Eso les motivó a revisar las cámaras de seguridad de los vecinos. Ahí, descubrieron que la joven, durante la madrugada del domingo, había entrado, pero jamás salió.
El olfato investigativo
Susana Quiroz, excuñada de Yadira, averiguó la dirección en donde estaban las cosas de la joven. “Logramos encontrar al señor que le hizo la mudanza y él nos dijo lo que había llevado”, cuenta sin parar de llorar al recordar esa parte de la búsqueda.
Al tiempo, escuchó la grabación de la conversación de David y Aurora y se le erizó la piel. Para zafarse de dudas, se la hizo oír a un amigo que fue policía y él dedujo algo alarmante: “Ella ya está muerta”.
Desesperada, fue a la casa en Los Soles y habló con el dueño. Él le permitió entrar y revisó lo que estaba ahí. “Había una estructura metálica parecida a un ataúd. Yo creo que ahí querían meterla y hacerla desaparecer”.
Luego se topó con algo más revelador: una huella de sangre en la lavadora de su prima. Corrió a la Policía para que investigaran, pero “nos dijeron que debían pasar 48 horas para iniciar con la búsqueda”.
Acudió a una radio para que difundieran el caso. Se volcó a las redes sociales para seguir con la difusión hasta que en la tarde de ese martes, estaban decididos a todo.
El hallazgo
La tarde del 12 de julio, la familia de Yadira se topó en la casa donde desapareció, luego de que los vecinos les dijeron que David seguía sacando las cosas. Los parientes de Yadira cercaron la vivienda y entraron. Fabiola encaró a Kevin y a Cinthia mientras revolvían el departamento. “Les pregunté dónde estaba y no contestaron”.
Entre el grupo se encontraba Javier Rosero, el hombre que crio a Yadira desde niña. “Era como una hija para mí y me duele tanto lo que sucedió”, relató.
Él también buscaba a la Flaca, como la llamaban de cariño, hasta que una vecina les dijo: “Miren, esa parte del terreno está removido”. Javier pidió un pico y una pala para cavar hasta que encontró unas piedras. “Ya me pareció raro porque estaban secas y ese día había llovido”. Las quitó y topó la pierna derecha de Yadira.
Desesperados, comenzaron a gritar. En ese momento, retuvieron a los dos implicados mientras avisaban a la Policía. Susana, en cambio, fue hasta Los Soles porque allá estaba David e impidió que escapara.
“Me llamaron a contarme que encontraron a la Flaca y les escuché que estaba encerrada. Cuando me repitieron, ahí comprendí que ella estaba enterrada”, precisa Susana, quien no para de llorar.
Nadie quiso ver el cadáver ni cuando lo llevaron a la morgue. Solamente se enteraron de que tenía un corte en su cuello que le provocó la muerte. Además de otros cortes en sus manos, lo que demostró que ella se defendió.
Ahora, a un mes de este crimen, por el que están presos, David, Kevin y Cinthia, la familia de Yadira le celebró una misa. En la ceremonia, todos se dieron cita para darle una plegaria a aquella madre, cuyo asesinato convirtió a Fabiola, Aurora, Susana y Javier en los investigadores que armaron el rompecabezas que dejó un femicidio.