Lourdes Claudio madrugó a las 05:00 de ayer con la ilusión de hacer dinero en el mercado de San Roque, en el centro de Quito, pero se encontró con las puertas cerradas. El Municipio tenía previsto reabrir este centro de abasto luego de que estuvo cerrado, desde el pasado 20 de abril, para evitar la propagación del coronavirus en el sector. 

Sin embargo, a las 21:00 del pasado domingo, la Agencia de Coordinación Distrital del Comercio (ACDC) emitió un comunicado donde informó que no se abrirá el establecimiento.  Decenas de comerciantes y trabajadores, entre ellos, Lourdes, no se enteraron de la noticia y ayer fueron con la esperanza de volver a trabajar.

Francisco Pérez, director de planificación de la Secretaría de Salud, explicó que se realizaron 878 pruebas rápidas a los comerciantes. Se detectó que el 41 por ciento tuvo la infección (364 personas). “Algunos quizás superaron la enfermedad y otros pueden estar dentro de la fase final”, comentó.

Esta situación impide conocer si los vendedores pueden transmitir el virus a otras personas. Por este motivo, el funcionario dijo que no es recomendable que se reabra el mercado, porque con las pruebas realizadas no se tienen datos clínicos certeros del paciente. Es necesario realizarles los test PCR. 

Pérez señaló que desde hoy iniciarán la recolección de muestras a los trabajadores para saber cuántos estarían contagiados y de acuerdo a eso tomar una decisión.  Según los datos de la Secretaría, el 5% de la población del mercado (48 comerciantes) deberá cumplir una etapa de aislamiento de al menos 15 días. 

Esto porque presentan un estado de infección activa, es decir que podrían tener el coronavirus.

Rommel Rosero, coordinador de la ACDC, indicó que la medida tomada por el Municipio es para prevenir un contagio masivo entre los comerciantes y clientes.  

Además, conversó con los representantes de los mercaderes para explicarles porqué tomaron la decisión de no abrir el centro. “Las pruebas rápidas no diagnostican la enfermedad sino que solo indican cómo está el sistema inmunológico.”, concluyó.

Ambulantes se tomarían las calles

Elsa Ávila fue ayer junto a su hija con una carga de verduras para volver a vender en la calle Loja, luego de cuatro meses, pero el lugar donde solía ubicarse estaba cercado por agentes metropolitanos. 

La mujer, de 60 años, dijo que es viuda y que depende de su puesto para tener ingresos. “Estoy endeudada, debo pagar a muchas personas que me prestaron dinero para sobrevivir durante la cuarentena”, comentó. 

Ella y otros comerciantes ambulantes dijeron que si no les dan una solución rápida o les reubican de sitio, ellos se tomarán las calles.