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Bolón de verde para el alma
Dos 'monas' sueltas en Guayaquil le cuentan a EXTRA lo que extrañan: salir a la playa por las noches y comer plátano verde.
Un bolón de verde o una frase directa, pero con acento ‘guayaco’, calman la nostalgia de Mishel Martillo y Berioska Aragundi, dos ‘monas’ residentes en Quito.
El aroma al plátano verde transporta a Mishel, de 31 años, a los desayunos con bolones en la Perla del Pacífico, pero también a los almuerzos con caldo de bolas.
Recuerda que a los pocos meses de haber nacido en el Puerto Principal, se mudó con su familia a Quito. A los 11 años volvió para estudiar el colegio y la universidad. En 2014 regresó a la capital y ahora reside en el sector de Iñaquito, norte.
Y la forma particular de hablar de los guayaquileños es otra de las cosas que añora con alegría, “en ocasiones, ser así, provoca decir imprudencias”.
Berioska es cantante y tiene 25 de sus 45 años viviendo en Quito. El amor y la música la llevó a establecerse en la capital, pero no olvida que en Guayaquil “siempre estamos de fiesta”.
Tras divorciarse volvió a la Perla del Pacífico, pero sus dos hijos no se acostumbraron al clima tropical y ajetreo de la ciudad. De regreso a Quito.
Pero ella, a donde vaya, lleva su esencia ‘guayaca’, por ejemplo, eso que distingue a los porteños: el dialecto. “Tenemos esa forma de hablar, de usar la palabra ‘ñañita’, siempre es un identificativo”.
Algo más, en Quito saben bien que es una ‘mona’ por sus faldas cortas. “Es que siempre andamos con calor”, refiere.