El sol aún no caía cuando unos vecinos del sector Bellavista Alto, en el sur de Esmeraldas, regresaban cabizbajos del sepelio de Samuel Antonio Chalar González, joven que había sido atacado por sicarios la madrugada del domingo 18 de agosto de 2024, cuando el eco de nuevos disparos aterrorizó a la gente. 

“¡Otra vez no, por Dios!”, gritó Carmen (nombre protegido), una adulta mayor del barrio, mientras corría, arrastrando sus sandalias, hacia su casa, buscando refugio. A solo unas cuadras de donde fue asesinado Chalar, quien contaba con un historial de múltiples delitos relacionados con armas, el martes 20 de agosto, fue ‘cazado’ Boris Caicedo, de unos 28 años.

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Unos sicarios persiguieron al hombre, a plena luz del día, hasta el patio trasero de su vivienda, en las calles Batallón Montúfar y Panamá. Las balas lo alcanzaron, una tras otra, hasta que su cuerpo se desplomó.

La esposa de Caicedo, que había salido al patio tras escuchar los gritos desesperados de su marido, fue alcanzada por una de las balas y cayó junto a su amado. Al otro lado de la calle, una vecina que se encontraba colgando ropa también fue víctima colateral de esta cacería humana. Ambas mujeres fueron trasladadas de urgencia a un centro médico.

“Solo escuchaba los gritos de los niños y cuando salí, vi a la vecina tirada. Nunca imaginé que sería testigo de algo tan horrible. Esto no es vida, esto es una pesadilla constante”, expresa Juana (nombre protegido), otra moradora con los ojos inundados de lágrimas.

El barrio quedó como 'congelado en el tiempo'. Las pocas personas que se atrevían a caminar por las calles lo hacían con una mirada de desconcierto, como si no pudieran procesar lo que acababa de ocurrir.

En menos de 72 horas, Esmeraldas ha contado diez muertes violentas. Los últimos hechos se registraron en  barrios como 26 de Junio (Tripa de Pollo), 24 de Mayo, Malecón, Lavallen y Batallón Montúfar.

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