“¡Dios no nos abandonará! ¡Mi hijo sobrevivirá, lo sé!”, son las palabras de fe que expresa María (nombre protegido), madre del joven que lucha por su vida en el hospital Delfina Torres de Concha, de Esmeraldas, por los ocho disparos que le propinaron la tarde del jueves 18 de julio de 2024.

Con lágrimas rodando por su rostro, María se arrodilló frente a las puertas del hospital, rodeada de familiares y amigos, y juntos empezaron a orar.

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“¡Dios es grande y hará su obra!”, exclamaba con fervor doña Carmen Mero, vecina del barrio, mientras sostenía una vela encendida. Afuera del hospital, decenas de personas se arrodillaban en la vereda, rezando rosarios y entonando cánticos de fe, creando un ambiente de esperanza en medio de la tragedia.

El jueves, el estudiante regresaba a su hogar cuando fue interceptado por dos sujetos que se desplazaban en una motocicleta y, sin mediar palabra, uno de ellos le descargó varios tiros y luego lo siguió para rematarlo en el suelo.

“¡Dios te ama,  Dios te ama, hijo!”, le gritó un testigo del ataque al sicario que se bajó de la moto y se acercó al adolescente para dispararle e incluso le pateó la cabeza en el piso.

Vecinos y familiares, en un acto desesperado, trasladaron al joven al hospital. Los médicos lograron estabilizarlo, a pesar de la gravedad de sus heridas. “Está vivo y estable, es un milagro”, exclamó con alivio Rosa López, una amiga de la familia, quien no podía contener las lágrimas de gratitud.

El violento ataque movilizó a las fuerzas del orden. Militares y policías se desplegaron en los alrededores del hospital. Las autoridades confirmaron la activación del Código Plata, estrategia interinstitucional destinada a proteger al personal y pacientes en hospitales ante cualquier riesgo previsible cuando llegan víctimas de ataques violentos.

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Dentro de la casa de salud, el ambiente era tenso, pero esperanzador. Los médicos trabajaban incansablemente para la recuperación del joven, mientras afuera la comunidad se mantenía unida en oración.

La mañana de este viernes 19 de julio de 2024, según los reportes médicos, el joven seguía estable, aunque en observación. Afuera, familiares y amigos se mantenían en expectativa. “No dejamos de orar, sabemos que Dios nos escuchará y nuestro muchacho se recuperará pronto”, aseguró un tío del adolescente, con fe.

“La historia de este menor, que desafió las probabilidades y se aferró a la vida, es un testimonio de resistencia y esperanza en medio de la adversidad”, asegura Marlon Cuero, pastor evangélico. Las autoridades continúan investigando el ataque.

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