Las obras pueden esperar. Así lo ha decidido el Municipio de Quito para este año, donde los gastos administrativos superan a la inversión en obras para la ciudad. No se entiende cómo se priorizan gastos que no impactan directamente en el bienestar de los ciudadanos. En un contexto donde la movilidad, los servicios básicos y la mejora de la infraestructura son urgentes, algo no cuadra.

Es difícil entender por qué se sigue contratando más personal cuando los recursos destinados a proyectos clave de infraestructura, como los de la Empresa Pública Metropolitana de Movilidad y Obras Públicas, han sido ‘mochados’. A pesar de la evidente necesidad de mejorar la ciudad, esta entidad mostró una ejecución deficiente en 2024, suspendiendo proyectos cruciales como la solución vial en la avenida Mariana de Jesús, debido a errores técnicos, y viéndose obligada a repetir la repavimentación del carril exclusivo de la Ecovía.

Aunque se justifique el incremento de recursos para otros proyectos, no se puede pasar por alto la urgente necesidad de atender las deficiencias estructurales de la capital. La falta de inversión en obras prioritarias, sumada a un gasto creciente en personal y administración, refleja una desconexión con las verdaderas necesidades de Quito.

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