El presidente Guillermo Lasso está pasando por momentos difíciles luego que el CAL devolviera el proyecto de Ley de Creación de Oportunidades, propuesto por el Ejecutivo, la crisis carcelaria, amenazas de paralizaciones por parte de la Conaie y, en especial, algo que se dio al inicio de su mandato, el fin de las relaciones políticas con los socialcristianos que no se alinearon en algunos temas propuestos por él y optaron por decirle “nos vemos”.

A pesar de todos estos acontecimientos la popularidad y aceptación del pueblo hacia el presidente hasta ahora son altas y respaldan las decisiones tomadas desde el día en que asumió el poder. Muchos olvidan el terror que se vivió durante la pandemia, tanto fue el relajo y falta de organización del gobierno anterior que incluso no existía disponibilidad de mascarillas en esa época, hoy todo es totalmente diferente y nos encontramos a un paso de lograr la inmunidad por rebaño.

El gobernante se ha mostrado abierto al diálogo frente a cualquier grupo u organización social que piense de diferente o igual, que aporte propuestas técnicas que sumen y favorezcan los intereses de las grandes mayorías y no de unos pocos. La presión por bajar o subsidiar los precios de los combustibles es permanente y su postura firme de no hacerlo podría tener un costo político en negativo.

Pese a este escenario el presidente no debe desatender otros asuntos de igual o mayor importancia para la nación. Y la reacción oportuna ante ciertos temas no ha sido el fuerte de este gobierno, al menos hasta ahora. El país está expectante de cómo saldrá de este laberinto.